Las imágenes se viralizaron a través de las redes sociales al inicio de esta semana: el video de una carrera de gatos organizada en el marco de una festividad popular en una remota localidad del municipio de Xichú se reprodujo miles de veces. ¿El motivo? Para hacer correr a los felinos, era detonado un artilugio pirotécnico amarrado a su cola.
No tardaron en protestar las organizaciones defensoras de los derechos de los animales, así como personas interesadas en temas relacionados con animales de compañía.
Llama la atención la condena unánime al maltrato animal, latente en esas prácticas, que algunos de los pobladores defendieron como supuestas tradiciones inofensivas en las cuales, dijeron, los gatos, si bien fueron sometidos a altas dosis de estrés, resultaron ilesos.
No faltaron los firmes llamados, por parte de la ciudadanía, exigiendo a las autoridades castigar a los responsables. En el ciberespacio se hacía referencia al Código Penal para el estado de Guanajuato, que define el maltrato animal, y que, en casos graves donde se les causa la muerte a estos seres sintientes, se establecen penas de entre seis meses a los dos años de prisión y pago de multa de hasta 300 días.
Y llama la atención la gran sensibilidad que se tiene frente a este tipo de fenómenos, cuando, al mismo tiempo, un sector de la población llama a reformar el mismo ordenamiento penal, pero para pemitir que se prive de la vida a seres humanos en gestación, sin responsabilidad para las partes involucradas.
Sin restar la gravedad a las imágenes que se pudieron apreciar, del rodeo de El Huamuchil, donde los animales corren temerosos al escuchar los cohetes adheridos a sus cuerpos, cabe reflexionar, guardadas todas las proporciones, ¿cómo es que se exige al Congreso del Estado de Guanajuato despenalizar el delito del aborto?
¿Será que hacen falta que circulen videos donde quede explícita la atrocidad quirúrgica del aborto? Es pregunta