Si las filmografías fueran electrocardiogramas, la de M. Night Shyamalan serían un zigzag entre la vida y la muerte. Primero considerado un maestro del terror por El sexto sentido; luego como la segunda venida de Hitchcock, por Señales; luego un cuestionable prodigio por tropiezos como La dama en el agua, After Earth y El último maestro del aire, Shyamalan entró en una crisis de credibilidad artística de la que algunos escépticos (incluido yo) no auguramos que llegara a recuperarse. Pero el rey de los finales inesperados tenía preparado para su propia carrera un giro que nadie veía venir. Con Fragmentado, su nueva película, M. Night ha recobrado el poder de manipular y sorprender a la audiencia sin remezclar o samplear sus grandes hits. Con nuevas ideas y audaces decisiones, se ha quebrado la cabeza para recobrar nuestra atención. Y lo ha conseguido.
Después de un festejo de cumpleaños en el restaurante de un centro comercial, tres adolescentes son secuestradas. Dos de ellas son amigas. La tercera, Casey (Anya Taylor Joy), es la compañera introvertida y antisocial a la que solo le iban a dar aventón de regreso a casa. Su captor, Kevin (James McAvoy), las mantiene encerradas en un cuarto sin ventanas. Y cada vez que las visita se comporta como alguien diferente. La primera vez se muestra como un obsesivo de la limpieza; la siguiente, es una mujer; después, un niño de nueve años. Al comprender que el hombre que las raptó tiene veintitrés identidades, las tres chicas deberán convencer a una de estas personalidades para que las deje salir. Por momentos, la introvertida Casey parece saber algo más que sus compañeras de encierro, parece estar preparada para el peligro que viene. Podría ser cómplice del enfermo que las acecha, o tener algo en común con él.
Wow: hacía más de diez años que no veía una película de Shyamalan que fuera pros, pros, pros y pocos contras.
En principio, tenemos dos géneros muy vistos que hacen un híbrido novedoso: el thriller sobre trastorno de personalidad múltiple y el thriller de la mujer mantenida en cautiverio por un psicópata. Puedo imaginar a Shyamalan lanzando esta premisa en una junta de inversionistas a los que les vuela la cabeza diciéndoles “pero esperen a escuchar esto: el secuestrador tiene… ¡trastorno de personalidad múltiple!”. Por más que la cinta está hecha para ser un trancazo de audiencia, se nota su arduo trabajo de escritura para que el espectador no la perciba forzada o improbable.
El mismo esfuerzo que el guión dedica a lucirse con una trama de misterios, secretos y revelaciones, es el que invierte en desarrollar personajes que nos importen. El secuestrador es sin duda la estrella del show, pero igual de interesantes son el destino de la psiquiatra que lo trata, o el de la chica más astuta que busca persuadir a sus alter egos.
Mi acierto favorito es cómo James McAvoy, estupendo en su rendición de un paciente psiquiátrico, no le roba la película al director, ni a sus coestelares. Todavía impregnada de su inolvidable personaje en La bruja, Anya Taylor Joy le transfiere a su heroína una fuerza y misticismo que dan contrapeso a la exuberante actuación de McAvoy.
Otra virtud que M. Night ha desempolvado es su intuición para usar la cámara. Más que el diseño y edición de sonido, que en este tipo de cine son lo que nos hace saltar de la butaca, en Fragmentado es la posición y movimiento de la cámara lo que llegará a alterarnos.
Mi único reproche a este retorno exitoso es uno grande: contiene una temática demasiado delicada (que no spoileareé) usada para justificar el origen del villano y la fuerza de la heroína que lo enfrenta. Temática que, a juzgar por el éxito en taquilla que la cinta tuvo en Estados Unidos y tendrá en México, no parece un tema digno de discutir.
En vez de ofrecernos un asiento para ver el one man show de James McAvoy, o su antiguo show de caprichos y trucos expirados, M. Night Shyamalan nos da una película inmersiva e impredecible con la que renace su carrera.
@amaxnopoder