Ayer tuve la oportunidad de asistir a una charla con motivo del Día Mundial del Medio Ambiente en donde el conferencista era el reconocido arquitecto y ambientalista, Javier Pesci, quien describió la importancia de hacer ciudades pensando en el bien común, pensando en poner al habitante de estas como el centro de todo desarrollo.
Decía Pesci en esta plática que las ciudades no están pensadas como centros de convivencia social, donde se démás importancia a los espacios públicos donde se permiten las relaciones sociales, donde la convivencia lleva al ser humano a apropiarse de espacios grandes de esparcimiento y más bien se ha privilegiado el interés económico sobre el interés común.
Y gran parte del problema que hoy tenemos es esa gran inequidad existente que lleva a los seres humanos a ver barreras sociales y económicas donde no debería de haberlas, creo que el concepto de ciudades inteligentes debe de ir más allá de la automatización de sistemas de control vehicular, de monitoreo del ambiente y de cámaras de seguridad capaces de detectar los mínimos detalles para dar con los delincuentes.
Las verdaderas ciudades inteligentes son las que toman en cuenta a sus habitantes en entornos amigables que permiten la sana convivencia y que muestran a los niños, a las futuras generaciones que en el espacio público no hay diferencia y que el respeto por los demás es la clave para reducir la criminalidad. Gran parte del problema de la inseguridad en nuestros tiempos tiene que ver con ello, reflexioné después de la charla, con que no estamos poniendo a los habitantes de las ciudades como el centro de las políticas públicas de desarrollo.
Ello ha fomentado la rapacidad y el crecimiento de los cinturones de miseria alejados de los grandes conglomerados habitacionales que tras las enormes bardas terminan siendo un reflejo de la desigualdad económica que en muchos casos resulta desesperanzador. Hemos optado por el aislamiento, mucho gracias a la incapacidad de quienes gobiernan de dotar a la sociedad de herramientas que desestimen la participación en actividades ilícitas centrándose en la pena y no en la prevención.
Si queremos ciudades seguras, otro elemento a tomar en cuenta es el desarrollo en un ambiente de equidad, convivencia y paz para todos.
Miguel Ángel Puértolas
miguel.puertolas@milenio.com