Por primera vez en la historia un vuelo privado alcanzó volar más allá de nuestra atmósfera, el empresario Richard Branson logró cumplir su sueño de niño de tener su propia nave espacial y compartir la experiencia con dos pilotos de la nave y tres pasajeros más.
Las imágenes fueron realmente impresionantes, por el simple hecho de saber que alguien ajeno a cualquier agencia espacial gubernamental alcanzara lo que sólo estas habían logrado, orbitar la tierra. Sin embargo es algo a la vez contradictorio, pues mientras hay quienes tienen para sufragar este tipo de gastos nuestro planeta convulsiona cada vez más.
Branson tiene una fortuna calculada en los 8 mil millones de dólares, y con una serie de empresas que operan en más de una treintena de países en el mundo, y están detrás de su sueño los dos hombres más ricos del mundo Jeff Bezos cuya fortuna ronda en los 200 mil millones de dólares al que se suma Elon Musk poseedor de un capital estimado por encima de los 190 mil millones de dólares.
Me queda claro que cada quien es dueño de su fortuna y sabe en qué lo invierte pero si pensamos un poco con una pequeña fracción de lo que esas fortunas significan podrían resolverse muchos problemas que nos aquejan a nivel mundial. Creo que antes de voltear a ver los temas de turismo espacial que hoy solo estarían al alcance de otros supermillonarios, pues cada viaje hoy estaría en un costo de alrededor de 200 mil dólares.
Es triste poner sobre la balanza los contrastes que esto representa, frente a zonas donde la hambruna está matando a la gente, por ejemplo, o sobre el grave problema del calentamiento global, originado precisamente por los gases que producen las naves espaciales. Esto es solo un llamado a la reflexión y ponderar sobre lo que como seres humanos somos capaces de hacer, lo cual es admirable, pero también las prioridades que debemos atender.
Miguel Ángel Puértolas
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