Antes de pensar en la construcción de refinerías y la reconfiguración de las ya existentes, hay temas de los que poco se habla y que representan para Petróleos Mexicanos un problema mucho mayor, que si no se resuelve, de nada servirá invertir en la paraestatal pues seguirá significando un agujero negro por donde toda inversión será devorada sin sentido.
Explico: el primer problema que se tiene que resolver es la gran deuda que carga la empresa del Estado mexicano, cuyo monto oscila entre los 100 y 120 mil millones de dólares, un asunto que pone nerviosos a los mercados y que resulta una gran carga para el país pues representa el 20 por ciento del Producto Interno Bruto de México.
Viéndolo desde esta perspectiva, los 50 mil millones de pesos que pretende invertir en la reconfiguración de refinerías como las de Salamanca, Tula o Salina Cruz, quedan muy lejos de sacar a Pemex del gran atolladero que representan sus pasivos.
De nada servirá todo esto sin antes acabar también con el lastre que representa el robo de combustible, un delito que se convirtió en algunos estados, para el crimen organizado, en uno más redituable incluso que el tráfico de drogas o la trata de personas. Hoy las refinerías del país se encuentran produciendo combustibles a menos de un 40 por ciento de su capacidad.
Con esa cantidad de producción, los delincuentes en un año, según cifras de Pemex han logrado ganancias de unos 30 mil millones de dólares, imagine si se sube la producción a un 100 por ciento de la capacidad de las refinerías y se construyen 2 más, podríamos especular que si siguen las cosas como están lo único que haría el gobierno es volver aún más poderosos a los delincuentes que se dedican al robo de combustible.
Más allá de la reconfiguración de las refinerías que es un tema que se aplaude, se tiene que diseñar toda una estrategia que acabe con este delito y reforzar las medidas de seguridad de la empresa que tienen que ver también con un combate frontal a la corrupción, ¿Qué no se supone que la ubicación de los poliductos era un secreto de Estado? ¿cómo saben los delincuentes qué ducto perforar y qué tipo de combustible pasará por ahí?
¿Quiere más? ahí está la gran corrupción del Sindicato Nacional de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana, dirigido por el intocable e inamovible Carlos Romero Deschamps, quien ha sabido igual navegar en aguas azules, que tricolores y todo parece indicar hará lo mismo en la tempestad Morena que inundó al país. Para nadie es desconocida la fortuna que ha hecho el líder sindical a costa de las cuotas de los trabajadores y la serie de tropelías no denunciadas en contra de la empresa para la que trabajan.
Para que se dé una idea de lo que aquí le comento, es hoy más fácil que vaya a parar a la cárcel el ex director de Pemex Emilio Lozoya, que Romero Deschamps. Un ingrediente más, la tendencia internacional empieza a ir en contra de la refinación del crudo y se inclina en el sentido de las energías renovables. Pero nadie del nuevo gobierno pone el punto sobre estas íes.
miguel.puertolas@milenio.com