Gracias a todas esas mujeres que se amarran a un poste en un juzgado de lo familiar hasta que las autoridades se mueven y devuelven a una niña sustraída a su madre. Gracias.
Gracias a las Giselle Pelicot del mundo, que luchan con uñas, con dientes, con todo lo que tienen para castigar a sus agresores y sentar precedentes ante las cortes patriarcales del mundo. Gracias.
Gracias a quienes se quedan bajo ataque, mientras un genocidio ocurre sobre ellas y sobre su pueblo, a ellas, que aún se toman el trabajo de informar, de colectar, de ayudar más allá de su propia sobrevivencia. Gracias.
Gracias a las mujeres que prestan su voz y sus letras que exigen frente a las instituciones que deberían estar al servicio del pueblo por leyes y acciones inmediatas que castiguen agresores y protejan a las mujeres y a las niñeces. Gracias.
Gracias a todas esas madres que escarban con las uñas en la arena, buscando los huesos de sus hijos, que hacen el trabajo del gobierno y con recursos propios y escondiendo el miedo se adentran en tierras del narco para poder ponerle nombre a su dolor.
Gracias.
Gracias a todas esas mujeres cuya lucha es muy visible, muy dolorosa, muy pública y muy agotadora. Gracias.
Pero también gracias a todas esas mujeres que trabajan triple turno, que van de su trabajo en la maquila a su casa, a grabar videos para vender Betterwere de madrugada.
Es gracias a ellas que nuestras niñeces no se mueren de hambre mientras el gobierno voltea hacia otro lado en vez de atender la urgencia de legislar por pensiones justas y mano dura contra el abandono paterno.
Gracias a todas ellas.
Gracias a doña Alma, la de la tanda, porque gracias a ella una madre autónoma tiene con que comprar chamarras a sus hijos y poner un regalo bajo el árbol en Navidad. Gracias.
Gracias a las amigas que le consumen galletitas navideñas a su amiga la que por fin se decidió a separarse del hombre violento, a pesar de irse con las manos vacías de los frutos de su trabajo de años, pero llenas de niños y esperanza. Gracias.
Gracias a las señoras que viven cómodamente (o no tanto), que año con año organizan colecta de cobijas, cenas navideñas, juguetes, o andan organizándose de mil formas para extender un poco del bienestar del que ellas gozan a otras familias menos afortunadas. Gracias.
Gracias a todas las mujeres que son plenamente conscientes de que encargar su cena Navideña a una Neni y no a una cadena internacional puede poner comida en más de una mesa, y no sólo lo hacen, sino que lo recomiendan. Gracias.
Gracias a todas esas mujeres que no permiten que los abusadores compartan mesa con nuestras niñas y niños, aunque les cueste el vínculo familiar o tengan que cenar lejos de casa de la abuela.
Por su valentía, gracias.
Gracias a la existencia de todas las mujeres, quienes a través de sus vínculos construyen, cuidan y tejen comunidad, sosteniendo a otros de mil formas. Gracias.