Más allá de las ideologías o preferencias partidistas de cada quien, al terminar este puente laboral y escolar de las fiestas patrias, me nace del corazón expresar mi más alto honor de ser mexicano y defender la mexicana alegría de preservar nuestros valores y nuestras costumbres.
Sin dejar de lado la gran popularidad del presidente Andrés Manuel López Obrador que protagonizó su último Grito de Independencia ante un zócalo capitalino repleto hasta el tope con vítores de “no te vayas Obrador”, “no te vayas Andrés Manuel”, lo cual sin duda queda en los registros históricos de estas fiestas, los mexicanos seremos mexicanos y debemos vivir nuestra mexicanidad, independientemente de cuestiones políticas.
Por ello repruebo completamente a todas aquellas voces minoritarias que se expresaron en las redes sociales y en algunos círculos públicos o privados diciendo que no hay nada que celebrar en México, entre ellas la comediante Sofía Niño de Rivera.
¿Es neta? preguntarían los jóvenes. ¡Por supuesto que como mexicano yo tengo muchas cosas que celebrar, comenzando por la libertad de expresión con la que escribo estas líneas sin que nadie en Milenio jamás me haya “dado línea” de nada!
Celebro el colorido de mi país en los septiembres de cada año igual que el mosaico multicultural, artístico y gastronómico que afortunadamente tenemos los mexicanos, con la libertad de elegir cómo, dónde y con quién celebrar una la fiesta cívica más importante del año.
El mariachi, Luis Miguel (sonando en todos los playlists a mi alrededor), los juegos pirotécnicos, la música interminable, el pozole, las memelas, los sopes, la carne asada, la comida única e inigualable de cada estado, el baile, los amigos y la familia reunidos por la mexicana alegría son y deben seguir siendo, motivos para celebrar y celebrar en grande.
Es una fiesta de un pueblo alegre que nunca se ha dejado menospreciar ni aún en las peores crisis que hemos vivido y para los que estamos cerca de los 60 vaya que hemos vivido en crisis política, económica y de muchos tipos en las décadas por las que pasamos y nunca dejamos de lado el orgullo de ser mexicanos.
Es tan absurdo dejar de celebrar las fiestas patrias por diferencias políticas, como si de pronto los aficionados de la Selección Nacional dejáramos de apoyar al tricolor (pese a que siempre nos decepciona), solo porque no estamos a gusto con un gobierno u otro.
Es tiempo de sacar los gorros, las serpentinas, el confeti y sobre todo el orgullo de ser mexicanos. ¡Viva México, tragones!