Hay una máxima en los sistemas familiares donde hay adicción y codependencia que dice con toda claridad, el controlador termina siendo controlado.
En los últimos días y semanas este tema del control nos ha estado acompañando en reflexiones, en momentos de meditación, en experiencias cercanas y en pláticas que hemos dado, llegando a la conclusión de que soltar es uno de los temas más complicados y a veces sutilmente imperceptibles, por lo que llega a ser molesto cuando alguien es confrontado con su realidad.
A veces es tan sutil que la persona que lo ejerce no se da cuenta de que lo hace, porque está convencido (a) de que está ayudando o siendo generoso (a) con los demás.
En otras ocasiones es tan premeditado porque se basa en la manipulación consciente, el chantaje emocional, financiero, psicológico, físico o verbal, o la persuasión a los demás para terminar imponiéndose ante el otro.
Eventualmente esta conducta puede ser el elemento tóxico que contribuye a la disfuncionalidad de un sistema, ya sea que se ejerza inconscientemente o con premeditación, debido a que construye el triángulo de la codependencia en la que hay tres esquinas patológicas: el controlador, la víctima y el rescatador.
Cuando abordamos sistemas familiares con adicción y codependencia, a veces es más fácil que el adicto se vaya recuperando más rápidamente del consumo y es mas complicado que el familiar que ejerce el control pueda practicar el desapego o el soltar, pensando que, si lo hace, el resto de la familia va a padecer o que su participación es indispensable.
Lo paradójico de este pensamiento distorsionado es que el controlador (a) termina siendo controlado (a) ya sea por su enojo o frustración cuando se da cuenta de que las cosas no son como el (ella) quisiera, controlado por los procesos del otro en el que invierte demasiada energía o, simplemente controlado por sus emociones desbordadas cuando se da cuenta de que en realidad no tiene ningún control.
En paralelo, el otro se siente abrumado, el control le genera rebeldía y llega a ser tan sofocante que, termina moviéndose en el círculo tóxico del pleito y la confrontación explosiva para después llegar a la culpa y a la calma que les sucede.
La droga es al adicto como el control al codependiente, por ello cada uno debe centrarse en sí mismo, soltar al otro y trabajar en sus insights y las conductas que le están detonando estas acciones patológicas. Ambas tienen solución, si se reconocen y se pide ayuda.
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