Vamos a comentar sobre la independencia y no precisamente con relación a la fiesta mexicana que se celebra el 15 y 16 de septiembre próximos, sino de la liberación de esclavitudes más individuales como las adicciones y algunas conductas compulsivas patológicas.
Cuando cursé la especialidad en adicciones por primera vez me enseñaron el origen de la palabra adicción que nada tiene que ver con la interpretación popular que supone que es a (sin) dicción (palabra).
Adicción viene del latín adictus (esclavo por deudas) que era el deudor insolvente quien era atribuido a su acreedor, mediante la asignación del juez, algo típico del derecho romano arcaico.
En la actualidad aplica perfecto a la ludopatía o adicción a las apuestas, toda vez que las deudas quitan la paz y la armonía a quien se endeudó para pagar lo que perdió apostando.
Adicción es, en efecto, la esclavitud ante una sustancia psicotrópica o conducta patológica de una persona que ha perdido la voluntad sobre elegir consumir o no consumir, toda vez que la dependencia mental y física le genera la necesidad de hacerlo.
Vivir esclavizado del alcohol, del tabaco, de cualquier droga, de los juegos de apuesta o de los video juegos, no es vivir o lo que es peor, es estar en el infierno que ello implica y que lo conocen perfectamente quienes padecen la enfermedad y sus familias.
Así como los cristianos estamos convencidos de que Jesús murió y vino a liberarnos de todas nuestras esclavitudes, incluyendo la de nuestras debilidades, los que nos dedicamos a las adicciones vemos con satisfacción de que hay forma de romper las cadenas de las tinieblas para llegar a la luz de la alegría de vivir.
No obstante, para proclamar la independencia, el grito de independencia, lo primero que hay que hacer es aceptar la esclavitud. ¡Auch! Y eso no es fácil.
Así que, a propósito de las fiestas de independencia, hagamos el ejercicio y pensemos cuál es el yugo que nos esclaviza y del cual nos gustaría liberarnos.
¡Feliz independencia!