Agencia ciudadana y trabajo público

Monterrey /

Imagine un enorme parque público abandonado. El descuido gubernamental provocó que ese espacio se convirtiera en un depósito de basura donde pululan ratas, perros callejeros, narcomenudistas, drogadictos y vagabundos. En el último año, los niños dejaron de jugar ahí, quienes practicaban deporte hoy lo hacen en otros sitios y las mujeres, cuando llegan a cruzarlo, sudan la gota fría al saberse en riesgo de ser violentadas por algún malandrín.

Si el Ayuntamiento, el vecino-siempre-presto o la divina providencia no se harán cargo de la situación, ¿sería razonable dejar el parque tal como está?

La respuesta parece evidente. Por donde se le vea, no es una buena idea que el sitio continúe en esas condiciones, sin embargo, éste no cambiará si la comunidad no activa algo que algunos eticistas y politólogos entienden como la “agencia ciudadana”.

El punto de partida de ésta descansa en la siguiente premisa: la reconstrucción de nuestra sociedad, además de una amplia participación en la configuración de algunas de las decisiones públicas, exige de la ciudadanía el compromiso sostenido para trabajar en la construcción y sostenimiento de la vida democrática, algo que Harry C. Boyte entiende como el “trabajo público”.

El planteamiento derivado del trabajo público y la co-creación señala que la atención de problemas similares al del parque abandonado, exige a los miembros de la comunidad el desarrollo de una serie de habilidades para auto-organizarse, co-dirigirse, poner en marcha esfuerzos a través de la cooperación justa e igualitaria y, entre otras competencias ciudadanas más, identificar los incentivos que forman parte de eso que entienden como el bien común.

En ese sentido, el trabajo público está mucho más próximo al trabajo comunitario; es decir, a esa forma de actividad colaborativa que realizan las personas para dar solución a problemas que les son comunes, y que sería imposible resolver si éstos no se abordan de manera cooperativa.

Traigo a cuento este asunto de la agencia ciudadana y el trabajo público, porque, visto lo visto durante este periodo de transición presidencial, si quienes nos consideramos ciudadanos y ciudadanas no nos organizamos para resolver los problemas que nos aquejan, no deberíamos esperar que las soluciones vengan del Gobierno o nos caigan del cielo.

Sobre las barreras para que esta idea tan poderosa llegue a buen puerto, le hablaré en mi próxima entrega. _


  • Pablo Ayala Enríquez
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