La mesa puesta

Monterrey /

Que el INAI, Coneval, la Cofece, el IFT, la Mejorau (Comisión Nacional de Mejora Continua de la Educación), la CRE (Comisión Reguladora de Energía) y la CNH (Comisión Nacional de Hidrocarburos) hayan pasado a mejor vida, en modo alguno, es una buena noticia, mucho menos resulta ser un motivo para celebrar del modo que lo hicieron los senadores responsables de la construcción del segundo piso de la 4T.

Debo decir que a diferencia de otras ocasiones, esta vez el (supuesto) razonamiento para paliar algunos efectos de la desaparición de dichos organismos no fue “todo o nada”, como acostumbraba El Peje, porque algunas de las funciones se mantendrán embebidas en otros, por ejemplo, los estudios e informes del Coneval estarán a cargo del Inegi, y así sucederá en otros casos. Sin embargo, ello no impedirá que la corrupción, la reducción de gastos, la falta de autonomía y legitimidad, y la ineficacia de algunos, como dijo Sheinbaum, continúen. Me explico.

El INAI, organismo al que El Peje trajo entre ceja y ceja por su “altísimo” costo, la supuesta opacidad con la que operaba y falta de autonomía, junto con los otros seis organismos que se echaron al plato, representan el 0.05% del presupuesto federal anual, es decir, poco más de 4 mil 500 millones de pesos. Sin duda, la cifra no es menor, pero resulta poco frente a los 40 mil millones de pesos que se etiquetaron para el Tren Maya en 2025, el cual, por cierto, ha recibido cerca de 12 mil millones de pesos que darán para generar este año alrededor de 135 millones de pesos. Ni la forma en que se han invertido esos miles de millones, ni la ineficiencia productiva del tren, aún han sido explicados por el Gobierno, al cual, al parecer, no le preocupa ni tantito.

Tal contradicción se extenderá al resto de casos. Las funciones que serán traspasadas, además de que seguirán costando, quedarán bajo una dirección y/o subsecretaría que limitará el radio de acción del organismo, trayendo consigo los mismos vicios que hace más de 20 años legitimaron la necesidad de su creación.

La vuelta al pasado pondrá la mesa para que campeen a sus anchas la opacidad, la corrupción, la falta de autonomía y los contrapesos requeridos por la ciudadanía para sentir que realmente vive en el seno de una democracia.

  • Pablo Ayala Enríquez
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