'Unas gafas violetas'

Ciudad de México /

Si son los ojos de las mujeres los que miran la historia, ésta no se parece a la oficial. Si son los ojos de las mujeres los que estudian la antropología, las culturas cambian de sentido y color. Si son los ojos de las mujeres los que repasan las cuentas, la economía deja de ser una ciencia exacta y se asemeja a una política de intereses. Si son los ojos de las mujeres los que rezan, la fe no se convierte en velo y mordaza. Si son las mujeres las protagonistas el mundo, nuestro mundo, el que creemos conocer, es otro”.

Con estas esclarecedoras y atinadas palabras, Nuria Varela abre uno de los 15 capítulos de su libro Feminismo para principiantes, el cual convendría que leyeran con todo detenimiento Martí Batres y López Obrador, quienes veían en las marchas y manifestaciones feministas una clara amenaza para la seguridad, el orden público y la llamada regeneración nacional.

Esto último dicho no es una valoración apresurada. Recuerde los enormes muros de acero que rodeaban al Palacio Nacional, y el despliegue de los efectivos de la Marina Armada y la Guardia Nacional, para calcular el tamaño del miedo que le tenían a las manifestantes.

Con todo, el balance de las marchas del 8M y la activación del “9 nadie se mueve” dejó un saldo positivo que superó, por mucho, el costo de los daños materiales ocasionados por las colectivas más combativas y las infiltradas.

Gracias a las diversas reivindicaciones que pudimos escuchar y leer en las pintas y pancartas, las colectivas nos regalaron unas gafas violetas con las cuales, como dice Nuria Varela, es fácil identificar “las injusticias y, una vez descubiertas, nombrarlas”.

Sin contar los más de 10 feminicidios que se cometen diariamente en México, ¿qué tipos de injusticia detectan las gafas?

Al menos tres: 1) el androcentrismo que vuelve al hombre la medida de todas las cosas; 2) el patriarcado que opera como una forma de organización política, económica, religiosa y social centrada en la autoridad y liderazgo del hombre; y, 3) el abuso de poder y dominación derivado de los roles de género.

Las manifestantes pusieron su parte. Ahora toca a las autoridades, machitos e incrédulos poner la suya.

Pablo Ayala

  • Pablo Ayala Enríquez
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