Pues yo estoy muy contenta con lo que sucedió en torno al Conacyt. Resulta que el Senado de la República aprobó la Ley General en materia de Humanidades, Ciencias, Tecnologías e Innovación. Resalto tres cosas que me parecen fundamentales.
La primera, por supuesto, es la H, que en este caso NO es muda, es elocuente, habla de sobra: por primera vez se incluyen las humanidades. De modo que el Conacyt es ahora el Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías: Conahcyt. ¡Bien!
Pero no solo eso. Sabemos de sobra que en los últimos sexenios Conacyt financió “proyectos” que en realidad eran una mera simulación. No quiero decir que todos los proyectos lo fueran, pero existieron muchos casos en que algunos vivales “conseguían” investigadores para financiar un “proyecto” y se embolsaban, todos, unos buenos millones de recursos públicos. Pues eso se acabó. Y eso debe festejarse, debe decirse, debe gritarse. Según el gobierno fueron 45,000 millones de pesos los que se entregaron a empresas transnacionales. No sé si todos esos millones fueron gastados en vano, lo que sí sé es que hubo quienes se aprovecharon, simularon investigar sin hacer nada y eso se acabó.
Y bueno, finalmente me van a perdonar los colegas de las universidades privadas, pero en lo referente al SNI, la Ley General garantiza los apoyos que se han venido dando al sector público: las universidades privadas (que se pudren en dinero) deberán darle sus estímulos a sus investigadores: eso es lo justo. Porque hay buenos docentes e investigadores en las universidades privadas, por supuesto que los hay, ero son ellas las que deben financiarse y no “colgarse” de los recursos públicos.
Sé que algunos me odiarán por lo que aquí he dicho: be my guest.