En un acto oficial ante el entonces presidente de México, Luis Echeverría Álvarez, el Dr. Alejandro Celis dio lectura a un texto hoy ya histórico titulado “Patologías de la miseria”. Pero el mandatario responsable de una de las etapas más oscuras de nuestra historia reciente, se negaba a admitir la existencia misma de la miseria en el país. Por ello, el Dr. Celis fue forzado a modificar el título, que apareció posteriormente como “Patologías de la pobreza”: la retórica oficial impuesta a costa de la verdad social.
El escrito de Celis es una fiel documentación de la manera en que la miseria transforma el perfil de las enfermedades y agrava las condiciones de salud: los miserables padecen y mueren por enfermedades que solo requerirían los servicios básicos de la medicina general, que por siglos han sido inexistentes para ellos.
Recordé el célebre texto del Dr. Celis, a raíz de un grotesco video donde Brozo y su patiño Loret, que tan bajo han caído, se burlaban del esquema de distribución directa de medicamentos e insumos médicos básicos del actual gobierno, llamado “Las rutas de la salud”. Ese esquema busca resolver fallas logísticas responsables precisamente de las patologías de la miseria en zonas rurales y comunidades indígenas. Hasta ahora, se ha elevado el nivel de abasto en las unidades médicas más remotas y en regiones de difícil acceso. Con puntos de distribución de medicamentos gratuitos o a bajo costo, contempla crear miles de farmacias con énfasis en el tratamiento de las patologías de la pobreza y la miseria en comunidades rurales y alejadas.
Pero sucede que para sostener estas acciones, la administración de Claudia Sheinbaum implementó un nuevo modelo de compra de medicamentos, en el cual se redujeron los intermediarios con la finalidad de mejorar los precios, y eso no le ha gustado a los intermediarios que dejaron de llenarse los bolsillos. De modo que se han unido al coro de las viejas ranas, insistiendo en que el desabasto no ha sido completamente erradicado y sí: sucede que cambiar un sistema no es cuestión de tronar los dedos y ese plan está en proceso: cualquiera en sus cinco sentidos sabe que lo más deseable es que el programa se establezca al 100%, tomando en cuenta el beneficio de lo que ha comenzado a ser visible.
Bueno, visible para las comunidades marginadas y quienes se asoman a ellas, no para quienes desde sus casas en Estados Unidos juegan golf y trabajan fingiendo risotadas tan vulgares como falsas a través de… Oh yeah: LatinUS! Quién sabe cómo estos individuos pueden verse al espejo, denigrando a su propio país desde el extranjero, pagados por quienes se enriquecían con los esquemas anteriores. El payaso y su patiño no podrán nunca interesarse en las patologías de la miseria: no tienen ni la cultura ni la sensibilidad para ello.
Esperemos que la presidenta Claudia Sheimbaum no menosprecie el incansable trabajo de TV Azteca, LatinUS, Televisa y demás medios de información ocupados en engañar y convencer a las mayorías para regresar a los viejos esquemas. Y a ello agreguemos las decenas de periódicos en todos los estados de la República que no permiten la coexistencia de la pluralidad de ideas. Todos esos medios no solo desinforman, sino influyen decisivamente en la opinión pública y en el comportamiento social tanto o más que el poder del Estado: crean realidades, legitiman discursos, derriban o construyen figuras públicas y condicionan muchas decisiones políticas.
Ya lo dijo el periodista, ensayista y teórico de la comunicación Ignacio Ramonet: los medios de comunicación son el quinto poder.
Presidenta Claudia Sheinbaum: no menosprecie ese poder. El más peligroso enemigo es el enemigo minimizado. Es mejor medirlo y reconocer su fuerza.
Solo así se le puede combatir con éxito.