Ser, estar: meditar (Primera de dos partes)

Ciudad de México /

El núcleo del budismo, decía yo en mi última entrega, radica en comprender a fondo la frase “el dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional”. Sobre esta idea existen bibliotecas enteras, aquí solamente intentaré responder algunos comentarios que he recibido acerca de la precisa diferenciación entre dolor y sufrimiento.

La distinción entre dolor y sufrimiento ha sido remarcada desde muy diversos ámbitos. La medicina, por ejemplo, distingue claramente uno del otro. Ya que aquí remarcaré dicha diferenciación desde el budismo, debo aclarar que es imposible hablar de “El Budismo” en general, ya que existen muchas y muy diversas formas de budismo. Pero también existen ciertas categorías generales que nos permiten englobar toda esa diversidad bajo un solo término. Esas notas se encuentran en la obra clave del budismo: El Dhammapada.

Para el budismo, el dolor se caracteriza por acontecer en el presente, no remite ni al pasado ni al futuro, existe aquí y ahora. De ahí que el dolor tenga la cualidad de ser, al igual que el tiempo presente, pasajero: llega, acontece y se va. Lo que queda después del dolor es el sufrimiento. Este es la recreación mental y emocional del dolor vivido, que se caracteriza por re-presentar un hecho pasado o la posibilidad de un hecho futuro. En ese sentido, el sufrimiento carece de presente.

Es notable que algo que carece de presente sea el problema central de la humanidad: con lo que la mayoría de las personas tenemos que batallar no es tanto el dolor sino el sufrimiento. Esto es algo que sucede únicamente a los seres humanos, el resto de los animales no tiene este problema, pues el sufrimiento surge de la capacidad de pensar racionalmente y proyectar nuestros pensamientos hacia un tiempo inexistente, ya sea pasado o futuro pero nunca presente.

Robert Morris Sapolsky, neuroendocrinólogo y profesor de la Universidad de Stanford, escribió un hermoso texto en el que explica este proceso a nivel neurológico. Y aquí viene lo interesante: la neurociencia de hoy le da razón al budismo en este tema: estar en el presente, habitar el presente, sana. “Habitar el presente” es lo que muchos llaman “meditar”, que en realidad consiste en estar enfocado con plena conciencia y serenidad, en el instante presente: a mí me gusta pensar que meditar es sentarse en el umbral del presente. Pero no nos adelantemos: la respuesta de Sapolsky a esta cuestión del sufrimiento es muy sencilla: los seres humanos enfermamos cuando el estrés es demasiado, y este surge ¡del sufrimiento!

Sí: el estrés surge de la posibilidad de recrear, imaginar o recordar situaciones en las que ha existido el dolor ya sea como peligro o como cualquier otro tipo de dolor. Cuando la cebra es atacada por un león, dice Sapolsky, enfoca todas sus fuerzas en huir. Una vez que lo ha logrado, tanto el león como la posibilidad de morir en sus garras desaparecen.

Los seres humanos, corroboran las neurociencias, podemos dejar de sufrir habitando el presente a través de la práctica de la meditación. ¿Cómo? Eso queda para la siguiente entrega.

¡Nos vemos el próximo lunes!

  • Paulina Rivero Weber
  • paulinagrw@yahoo.com
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
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