Ser, estar: meditar. ¿Qué es meditar? (Segunda y última parte)

Ciudad de México /

En mi pasada entrega comentaba que el neuroendocrinólogo profesor de la Universidad de Stanford, Robert Morris Sapolsky, entre muchos otros, ha hecho visible una coincidencia entre el budismo y la neurociencia contemporánea: vivir con la mente bien plantada en el presente, es magnífico para la salud. Y comentaba también que una de las formas de “vivir en el presente”, radica en la práctica comúnmente llamada “meditación”.

Sapolsky muestra que cualquier animal salvaje que no ha tenido contacto con el ser humano, cuando se encuentra en peligro, huye, pero después de escapar, continúa con su existencia en el presente sin quedarse “atrapado” en la experiencia vivida. Y nos hace pensar en un ejemplo hipotético: si una cebra pudiera actuar como un ser humano, al ser atacada por un león, después de huir con éxito, continuaría pensando en el león y en el peligro que él puede implicar en un futuro. Y no sólo eso: si este animal pudiera actuar como un ser humano, de inmediato “se desahogaría” con sus demás compañeras cebras, narrando lo ocurrido. Y cada vez que la cebra relatara el acontecimiento, su cerebro lo volvería a vivir, de manera que el acontecimiento terminaría quedando fijo en un recuerdo que la atormentaría, le generaría seguramente una úlcera y le mantendría atrapada en el pasado.

Si tomamos en cuenta la forma de ser propia del humano, podríamos agregar que, seguramente, la cebra terminaría agregando sal y pimienta a su historia: el león, el maldito león, con toda saña, alevosía y ventaja, con motivos egoístas propios de su maldad, la atacó. Y ese mismo león, seguiría persiguiéndola y amenazándola: el miedo se apoderaría de ella y no podría vivir en paz. Y existen animales con “traumas”, como ha hecho notar Carmen Valle, distinguidísima universitaria. Pero sí sospecho que ningún animal salvaje llega al extremo de abandonar el presente, como lo ha hecho el ser humano.

La hipotética cebra de Sapolsky permite ver el tipo de historias que creamos los seres humanos cuando no habitamos el presente. Son historias que nos remiten a un tiempo pasado, en el cual hubo dolor. El problema está en no poder separarse de esa historia y fijar en ella la propia identidad. ¿quién soy? Soy la niña maltratada. Pero eso no es verdad: hoy no soy esa niña, mi ser desborda esos límites: de hecho, soy indefinible, diría un buen daoísta. Kavindu, excepcional y libre monje budista, diría que no vivir en el “aquí y ahora” sino en el “allá y entonces”, genera sufrimiento: apegarnos a nuestras historias pasadas o amenazas futuras y no dejarlas ir, es precisamente lo que nos hace sufrir.

La vida está en constante flujo, en constante devenir: quien se aferra al pasado y no lo suelta, pretende no ser llevado por el flujo de la vida, cosa imposible. Con ello, se condena a sí mismo al sufrimiento. Lo dijo Blake con palabras más bellas: He who binds to himself a joy, does the winged life destroy. He who kisses the joy as it flies, lives in eternity's sunrise.

Ser. Estar. Solo eso, es “meditar”.



  • Paulina Rivero Weber
  • paulinagrw@yahoo.com
  • Es licenciada, maestra y doctora en Filosofía por la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Sus líneas de investigación se centran en temas de Ética y Bioética, en particular en los pensamientos de los griegos antiguos, así como de Spinoza, Nietzsche, Heidegger.
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