Es interesante la figura de Ignacio de Antioquía, un obispo cuyo episcopado (tiempo que sirvió como obispo) se extendió del año 69 al 107, es decir, en los primeros años del cristianismo, de modo que trató con algunos de los apóstoles, tal vez Pedro y Pablo. Él escribió varias cartas de las que se conservan siete consideradas auténticas, es decir, seguramente escritas por él. Son cartas dirigidas a la comunidad cristiana de Esmirna y a Policarpo obispo de ese lugar.
Lo relevante para nosotros es que presentan un significado social, sin que signifiquen una novedad o desarrollo muy avanzado de estos temas, sino que, ante todo, son un testimonio de la preocupación de las primeras comunidades de creyentes en ellos.
Puede notarse la declaración que se halla en la Carta a los esmirniotas, que constituye una denuncia de la falta de conciencia social que él percibía en los paganos y la indiferencia de éstos ante las necesidades de los demás, mientras que hace ver que en el cristianismo se halla un espíritu social inherente a la fe. Transmito algunos de sus puntos:
"Por lo demás, respecto a los que profesan doctrinas ajenas a la gracia de Jesucristo, venido a nosotros, damos cuenta cabal de cuán contrarias son al sentir de Dios. La prueba es que nada se les da por la caridad, o les importa la viuda y el huérfano, no se les da nada del atribulado, ni se preocupa de quien esté encadenado o suelto, hambriento o sediento.
Más adelante dice a Policarpo: "Las viudas no han de ser desatendidas. Después del Señor, tú has de ser quien cuide de ellas. No trates altivamente a esclavos y esclavas, mas tampoco se engrían ellos, sino traten, para gloria de Dios, de mostrarse mejores esclavos, a fin de alcanzar de Él una libertad más excelente. No busquen afanosamente cobrar la libertad a expensas de la comunidad, no sea que se hallen esclavos de la codicia".
Habla también sobre la importancia de las buenas obras: "Vuestras cajas de fondos han de ser vuestras buenas obras, de las que recibiréis magníficos ahorros. Así pues, sed unos para otros largos de ánimo, con mansedumbre...".
Ciertamente los temas había que profundizarlos, cosa que irán haciendo pensadores sucesivos en la historia, pero se ve en este autor de fines del primer siglo e inicios del segundo una muestra de que la preocupación social es intrínseca a quienes profesan la fe cristiana.