Solía distinguirse desde antiguo la justicia conmutativa, que se da entre los iguales de modo que en un intercambio cada uno recibe tanto cuanto da, de la justicia distributiva, que indica lo justo o correcto respecto a la asignación de bienes en una sociedad. El término justicia social es más reciente, lo acuñó Luigi Taparelli D’Azeglio, un jesuita del siglo XIX, fue usado después por algunos grupos políticos y fue recogido por el papa Pío XI en sus encíclicas “Quadragesimo anno”, de 1931, y “Divini Redemptoris”, de 1937.
Aunque algunos la consideran igual que la justicia distributiva, en realidad la justicia social enfatiza otro aspecto de la sociedad hacia el cual se deben abocar los esfuerzos de los diferentes actores sociales. La justicia social podría considerarse la justicia que tiende a la realización del bien común, considerando éste no sólo en el sentido material, sino en el sentido humano de la palabra, que incluye las diversas dimensiones que integran al ser humano.
Habiendo nacido en el marco de la llamada “cuestión social”, es decir en los problemas que se presentaron a raíz de la revolución industrial y que llevaron a las tensiones entre los patronos y los obreros, Pío XI decía que “hay que afirmar la existencia de la justicia social, la cual impone deberes específicos a los que ni los patronos ni los obreros pueden sustraerse”. La justicia social se relaciona con la participación en los bienes, como indicaba Pío XII en un discurso a los trabajadores en 1943: “¡Ay de quien olvide que una verdadera sociedad nacional incluye la justicia social, exige una equitativa y congruente participación de todos en los bienes del país”.
Regresando a Pío XI, él añadía, en la “Quadragesimo anno”, que “a cada cual, por consiguiente, debe dársele lo suyo en la distribución de los bienes, siendo necesario que la partición de los bienes creados se revoque y se ajuste a las normas del bien común o de la justicia social, pues cualquier persona sensata ve cuán gravísimo trastorno acarrea consigo esta enorme diferencia actual entre unos pocos cargados de fabulosas riquezas y la incontable multitud de los necesitados.”
Esta propuesta sobre la justicia social llegó a influir en las legislaciones de algunos países. No debe reducirse a una cuestión ideológica o partidista, puesto que su fondo es ante todo ético y, de por sí, no define un sistema político ni económico predeterminado, sino que destaca aquello que debe cuidarse en todos los casos.