Las realidades sociales se apoyan en las personas, es decir, la sociedad depende de las personas en cuanto que se compone de ellas. Podemos ver y hablar con Juan, Pedro o Francisco, pero no directamente con la sociedad. En todo caso podemos hablar con alguien que representa la sociedad, pero no existe un individuo que sea la sociedad, porque la sociedad es algo esencialmente compuesto.
La persona es punto de referencia como fundamento de lo social, pero también como fin, aunque de un modo particular. La sociedad es para la persona no como un objeto útil, sino como el ámbito que permite que cada persona se realice con las demás personas, porque la misma perfección de cada uno exige la perfección de los demás. Si cada uno busca la felicidad, esto significa que no puede ser feliz, de fondo, sin los demás.
Se le da una importancia especial a la persona porque cuando se usa la palabra "persona" se expresa algo más que lo que se dice con la palabra individuo. En efecto, también los animales son individuos de su propia especie, como pueden ser individuos también una planta o todo lo que puede ser determinado dentro de una especie de cosas. Al hablar de la persona se puede recordar que el término se halla culturalmente cargado de un peso cristiano importante, porque tiene relación con el tema de las personas divinas y con el tema de la unidad de Cristo en una persona.
Lo personal indica la trascendencia del individuo humano, que además de pertenecer a la especie humana, de ser "homo sapiens", es un sujeto único e irrepetible que posee la esencia humana. En ello sin duda, hay algo de "misterioso". Puede decirse que en su origen cada persona posee el ello de una causa que va más allá del mundo.
Aunque cualquier animal es admirable, no es posible exigir de ninguno la responsabilidad sobre sus actos como la que se exige al ser humano. Si un león agrede a alguna persona nadie lo llevará ante un tribunal, porque no tiene ninguna responsabilidad. Esto nos lleva a una característica fundamental de la persona humana: es libre y. por ello, es responsable de sus actos. La libertad implica la capacidad consciente de autodeterminación. Solamente los seres humanos, hablando de nuestro mundo visible, pueden ser santos o criminales, con todas las variantes intermedias.
Todas las personas poseen también una misma dignidad sin que esto signifique que se anulen las diferencias. Unos son altos, otros bajos, unos más morenos, otros menos, unos de un sexo, otros del otro... las diferencias pueden ser miles. Sin embargo, todos somos personas que merecemos respeto y que debemos respetar a los demás.