Servicio a la persona

Ciudad de México /

Dentro del tema de las directrices de acción que la Iglesia Católica da a los fieles laicos en el campo social no se hallan determinaciones "técnicas" sobre los diversos ámbitos, sino una llamada al servicio a la persona, en primer término, y luego al servicio en la cultura, la economía y la política.

En cuanto al servicio a la persona recuerda las palabras de Juan Pablo II, que decía que la promoción de la dignidad de la persona es “una tarea esencial; es más, en cierto sentido es la tarea central y unificante del servicio que la Iglesia, y en ella los fieles laicos, están llamados a prestar a la familia humana".

Esta directriz, antes de las acciones exteriores, implica atender la propia renovación interna. Esto muestra una visión de la historia no determinista, como si en la sociedad humana actuaran fuerzas ciegas y no importara la libertad humana. Esta renovación precede al compromiso de mejorar la sociedad. En otras palabras, si uno quiere contribuir en la sociedad, debe comenzar mejorándose a sí mismo.

De esta renovación brota la preocupación por los demás y la búsqueda del bien para todos. Afirma la Iglesia que "los fieles laicos deben, por tanto, trabajar a la vez por la conversión de los corazones y por el mejoramiento de las estructuras, teniendo en cuenta la situación histórica y usando medios lícitos, con el fin de obtener instituciones en las que la dignidad de todos los hombres sea verdaderamente respetada y promovida".

Las estructuras de que se habla son las estructuras sociales que pueden ser diversas en cada país e, incluso, en cada localidad. De ahí que la recomendación pida tener en cuenta la situación histórica, ya que no es la misma la situación en México que la situación en Kenia, o en Alemania, u otras partes.

Esta directriz hace ver que la dignidad de la persona supone su existencia, es decir su vida, y, en consecuencia, se debe promover ante todo el respeto a la vida humana y el reconocimiento de la dimensión religiosa del ser humano. Se pide entonces a los laicos preocuparse por promover el derecho a la libertad de conciencia y la libertad religiosa como uno de los bienes más elevados. Asimismo, se exhorta al compromiso por el matrimonio y la familia.

En el servicio a la persona humana se apoyan las otras directrices de acción, es decir, el servicio a la cultura, la economía y la política. Como quiera, comencemos con mejorar cada uno de nosotros para poder así proyectar nuestro servicio a los demás.


  • Pedro Miguel Funes Díaz
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