La Segunda Guerra Mundial dejó una huella y un trauma muy grande en la humanidad, pero ello no significó que se alcanzara la paz en el mundo. No solamente la amenaza de que los equilibrios de la Guerra Fría acabasen por perderse entre los principales actores, sino muchos conflictos entre otros actores, que solían entrar en relación con ella, continuaron siendo causa de sufrimiento y preocupación para las conciencias.
Pablo VI vivía esta preocupación y la sentía profundamente. Por ello estableció la costumbre de emanar cada año un mensaje específico sobre la paz dirigido no nada más a los creyentes católicos, sino a todos los hombres de buena voluntad que quisieran escuchar su mensaje. Me llaman la atención los once temas que de 1968 a 1978 escogió para desarrollar sus propuestas: “El día de la paz”, “la promoción de los derechos del hombre, comino hacia la paz”, “Educarse para la paz a través de la reconciliación”, “Todo hombre es mi hermano”, “Si quieres la paz, trabaja por la justicia”, “La paz es posible”, “La paz depende también de ti”, “La reconciliación, camino hacia la paz”, “Las verdaderas armas de la paz”, si quieres la paz, defiende la vida” y “No a la violencia, sí a la paz”.
Los mismos títulos permiten ver que el enfoque del pontífice no es el desarrollo sistemático del tema de la paz, lo que convendría mejor para otro ambiente y otros fines, como el de la investigación universitaria. Los mensajes poseen un carácter exhortativo, tratan de ser una motivación que genere un cierto tipo de comportamiento en quienes los reciban. Esto no significa que no cuenten con una seria base doctrinal, que de hecho cada mensaje muestra y sobre esa base se estructura el discurso de cada uno.
El argumento suele desarrollarlo en dos partes, en una ofrece razones filosóficas o de sabiduría humana, dado que desea que el mensaje también toque los corazones de quienes sin ser católicos o cristianos, como quiera son personas de buena voluntad, con los que se puede dialogar e incluso trabajar para alcanzar la paz que tanto se desea. En la otra parte expone las razones derivadas de la fe, es decir, las razones que encuentra en la revelación divina de acuerdo a las enseñanzas cristianas y católicas.
El tema de la paz es y seguirá siendo uno de interés permanente, porque los seres humanos nos damos fácilmente al conflicto por variadas razones (o sinrazones). Convendría que siguiéramos considerándola para poder colaborar con nuestras palabras y nuestras acciones, en la medida en que a cada uno nos es posible, a construir un mundo mejor.