Una sociedad digna

Edomex /

Antes de actuar los seres humanos nos proponemos un fin o, mejor dicho, buscamos un fin y por ello actuamos, porque deseamos alcanzar aquel fin. Si deseamos tener una mesa y unas sillas, según las circunstancias iremos a comprarlas o, disponiendo del material y las herramientas, nos pondremos a trabajar para hacerlas. Como quiera que sea, nuestro fin requiere ciertas acciones de parte nuestra. Por eso se dice que el fin es lo primero en la intención y lo último en la ejecución.

También en el campo de la vida social los seres humanos nos movemos para alcanzar ciertos fines, buscados con mayor o menor conciencia o reflexión, pero siempre presentes. ¿Qué es lo que buscamos en nuestra vida social? Naturalmente deseamos que en la vida que compartimos con nuestros semejantes, comenzando con el círculo de la familia y los amigos, pero extendiéndonos al pueblo, barrio, colonia, municipio, estado y país, e incluso pensando en la llamada “comunidad internacional”, lo que deseamos es encontrar aquello que nos hace falta para “realizarnos” como seres humanos, conviviendo y compartiendo en paz.

Una constatación simple nos permite ver que, en el mundo, eso que buscamos no se encuentra ni se ha encontrado nunca con la perfección que quisiéramos. Pero no se trata de desanimarnos, sino de comprender que por nuestra misma naturaleza humana, limitada y débil, el hombre, hallándose siempre en un proceso de búsqueda, entra muchas veces en conflicto consigo mismo y con los demás. Por otra parte, también es verdad que puede alcanzar muchas metas y generar bienestar condiciones favorables para las personas y para las sociedades a muchos niveles.

La Iglesia asegura que “para plasmar una sociedad más humana, más digna de la persona, es necesario revalorizar el amor en la vida social — a nivel político, económico, cultural —, haciéndolo la norma constante y suprema de la acción”. El amor aquí no se entiende como un sentimiento superficial, sino como un impulso interior de los seres humanos que impulsa a buscar el bien de los demás así como se busca el propio. Por ello podemos afirmar que el ideal social se construye en la medida en que ese impulso interior se traduce en acciones en beneficio de los demás.

Una sociedad digna del hombre es posible en este mundo, aunque nunca podrá ser perfecta. Es posible en la medida en que se dé un cambio en los corazones y se formen y reformen las personas con un sentido de solidaridad y participación, sabiendo que aún una acción pequeña y sencilla cuenta para lograrlo.

Desde el punto de vista cristiano, cabe añadir que la convicción sobre el Reino de los cielos se conecta con el tema de la construcción de una sociedad digna del hombre, porque ese Reino se alcanza precisamente a través de las buenas obras que no tienen otro tiempo ni otro lugar donde realizarse, sino el que vivimos.


  • Pedro Miguel Funes Díaz
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