Viacrucis

Estado de México /

El viacrucis es una práctica cristiana muy difundida que consiste en conmemorar los episodios del camino de Cristo desde su condena hasta su muerte en la cruz y su sepultura, siguiendo un recorrido que los simboliza, llevando una cruz y recitando algunas oraciones apropiadas. Suelen añadirse textos sobre cada uno de los pasos, llamados estaciones, con el fin de ayudar a la meditación de los mismos por quienes participan en este ejercicio piadoso.

Dado que los comentarios de cada estación buscan no solamente contemplar el misterio que conmemoran sino también despertar en quien medita un impulso de servicio a Dios y al prójimo, es muy común que las reflexiones del viacrucis hagan referencia muchas veces a las cuestiones sociales por la cuales hoy las personas se hallan sometidas al sufrimiento de diversas formas. Lo primero en señalarse suele ser la solidaridad de Jesucristo con toda la humanidad, ya que él padeció para salvación de todos. Esta solidaridad a su vez se convierte en exhortación a que seamos solidarios unos con otros.

La dimensión social del ejercicio del viacrucis se observa en muchos de los textos que pueden encontrarse en el sitio del Vaticano que almacena las reflexiones que se han hecho en los viacrucis desde 1991, que se llevan a cabo en el Coliseo de Roma. 

A modo de ejemplo podemos recordar la oración que hacía el cardenal Ratzinger para el viacrucis del 2005 en la primera estación, Jesús condenado a muerte, hablando de la justicia: “Sucede siempre así a lo largo de la historia; los inocentes son maltratados, condenados y asesinados. Cuántas veces hemos preferido también nosotros el éxito a la verdad, nuestra reputación a la justicia”.

En el 2023 las reflexiones consistieron en la presentación por parte de personas que de una u otra forma vivían su propio viacrucis en las circunstancias de su vida. Por ejemplo, en la tercera estación, sobre la primera caída de Jesús bajo la cruz, un joven propuso: “Nosotros los jóvenes queremos la paz. Pero con frecuencia caemos, y la caída tiene muchos nombres: nos tiran al suelo la pereza, el miedo, el desaliento y también las promesas vacías de una vida fácil pero sucia, hecha de avidez y corrupción. Esto es lo que hace crecer las espirales del narcotráfico, de la violencia, de las dependencias y la explotación de las personas, mientras muchas familias siguen llorando la pérdida de los hijos; y la impunidad del que estafa, secuestra y mata no tiene fin”.

Son muchísimos los textos donde puede encontrarse la dimensión social del viacrucis en referencia a la familia, a la mujer, a los pobres, a los migrantes, a las víctimas de la violencia y de la guerra. Esas referencias llevan a la necesidad de vivir la solidaridad y la subsidiaridad, a buscar el bien común, a respetar la dignidad de las personas, a trabajar por la justicia, a socorrer al necesitado, a promover la educación, la cultura, etcétera.


  • Pedro Miguel Funes Díaz
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