Después de Otis, una de las tantas complicaciones fue el acceso al dinero, lo que hace hoy a Acapulco un potencial ecosistema ideal para deshacernos del efectivo y optar por una economía digital.
“En Acapulco se paralizó un poco la actividad económica porque no había efectivo”, me contó Marcelo González, CEO y cofundador de VeriTran, empresa detrás de la aplicación móvil de Banorte, entre otros bancos en América Latina.
Fue tal la complicación que a los cinco días de que el huracán tocara tierra se implementó el “Plan Billetes”, dos módulos para retirar efectivo en sucursales de Banjército en Acapulco.
Guerrero es de los cinco estados con muy baja inclusión financiera, según el Índice Citibanamex de Inclusión Financiera 2021, que hasta observó caídas en cuentas de ahorro y en transacciones en terminales punto de venta (TPV). No obstante, en Acapulco hay infraestructura financiera por ser un núcleo turístico y es de los municipios con más cajeros automáticos (había casi 400 antes de Otis), corresponsales y sucursales bancarias.
Si nos animamos a digitalizar esa economía, el primer paso, me dijo Marcelo, es asumir que la mayoría de los pagos se hacen entre personas, “dejar de ver al ecosistema para los comercios formales con una TPV”, me dijo, “y que las billeteras digitales estén presentes en todos y cada uno de los puntos donde existe una actividad económica, ya sea un puesto formal, uno callejero o una persona que canta en la calle”.
Las billeteras digitales pueden utilizarse hasta para subsidios etiquetados o con destino específico sin emitir y distribuir efectivo o tarjetas bancarias. “Se podría dar un subsidio para consumir en Acapulco y promover el turismo”. Esto funcionaría también para los apoyos de limpieza, reconstrucción de vivienda o los que vengan en el futuro. Otra idea de fácil implementación tecnológica, me compartió Marcelo, es que a quienes visiten Acapulco y hagan pagos electrónicos se les devuelva el IVA; un atractivo para quienes asistirán al Tianguis Turístico o la Convención Bancaria en 2024.
Digitalizar la economía, solo en Acapulco, es un reto enorme. Hay que establecer la política pública, definir qué banco hace la billetera electrónica para los subsidios, analizar la parte impositiva —porque eso aleja a muchos de bancarizarse— y hablar de comisiones bancarias y cobros por transacción, porque en pagos pequeños entre personas no se pueden costear comisiones de 2 por ciento que se convierten en una importante parte de la ganancia y varios días de subsistencia. Finalmente, está el tema del crimen organizado, ¿no será un incentivo digitalizar la economía para entender el tamaño de ese otro problema? No es una conversación fácil, implica que se hablen el sector público, el privado y hasta tomar en cuenta a la sociedad, sobre todo a los que menos ingresos tienen, pero es momento de tenerla.