No sé cómo le hace el resto para que le alcance sin pedir prestado”, dijo una. “Yo tengo mucho estrés por los pagos; no llego”, dijo la otra.
Esta no es una conversación ajena a, por lo menos, la mitad de los mexicanos, pues 50.8 por ciento de la población adulta acepta tener poco bienestar financiero, según la Encuesta Nacional sobre Salud Financiera (Ensafi). A un porcentaje similar (48.4) le preocupa que las deudas se acumulen.
Es hipnotizante revisar los resultados de esta Ensafi del Inegi y Condusef, recién publicada, porque permite tener una fotografía de nuestra salud financiera, eso que posibilita control sobre el dinero para los gastos cotidianos, los variables, los emergentes y no solo lograr metas, sino libertad financiera, es decir, aprovechar las oportunidades, tener bienestar y movilidad.
¿Quién tiene bienestar y quién estrés financiero? La mitad de los mexicanos tiene uno y la otra mitad padece el otro. Aquellos con estrés incluso detectaron afectaciones físicas como gastritis y cambios en su presión arterial.
“La vida plena de una persona es como un tripié y descansa en salud física, salud mental y salud financiera”, dijo Óscar Rosado Jiménez, presidente de Condusef, en MILENIO Negocios. “Si uno de los tres componentes se descuida, se cae o falla, inevitablemente la persona entra en una crisis”.
Tenemos los datos para afirmar que los mexicanos menos estresados por el dinero viven en Nuevo León, “que son ahorradores y frugales, y que eso no es una mala idea”, me dijo Óscar. Sabemos que las mujeres padecen más estrés financiero que los hombres; que a cuatro de cada 10 mexicanos casi nunca o nunca le sobra dinero al final del mes, y tres de cada 10 tiene poca o nula capacidad para hacer frente a gastos inesperados. Esto nos lleva a la seguridad financiera: en México, la mitad de los adultos dice que poco o nada asegura su futuro financiero y siente poca o nada de tranquilidad respecto a la suficiencia de sus ahorros.
Medir la salud financiera permite afirmar (por fin) que para estar bien hay que hablar de dinero, saber de él y conocer sus implicaciones en nuestro bienestar. Estos datos conceden sumarme a la creencia de Óscar Rosado de que el estrés financiero es una pandemia: “Entra sigilosamente, no se nota, es imperceptible hasta que hay colitis, dolor de cabeza o violencia intrafamiliar”, me dijo. Esta pandemia ha entrado “a las empresas pequeñas, medianas y grandes, afectando la productividad y la rentabilidad”.
Tenemos los datos. ¿Qué haremos para detener esta pandemia?, ¿qué harán las empresas para que la salud financiera de sus colaboradores no afecte el negocio?, ¿qué políticas públicas urge impulsar?, ¿qué responsabilidad cae sobre el sector financiero? Espero no solo nos quedemos con el dato y hagamos algo por el bienestar de los mexicanos.