Nos gustan las criptomonedas. México es el sexto país con mayor adopción de criptomonedas en el mundo; 79.6 por ciento dice que han escuchado de ellas, 77.8 por ciento que las usarían y 23 por ciento que las tiene en su portafolio de inversión, según Cryptocurrencies and the Future of Money, estudio del Center for the Governance of Change de IE.
Percibimos a las monedas virtuales protegidas por criptografía dignas de confianza —aunque hayan sufrido golpes reputacionales con burbujas como la del bitcoin o por relacionarse con negocios ilícitos—. Pero no las usamos porque no sabemos cómo. ¿Las usaríamos si supiéramos?
En México —igual que otros países en América Latina— hay “una falta de confianza en instituciones públicas que resulta en una mayor fe en las criptomonedas. Lo que existe y a lo que hay acceso no gusta y genera disposición a probar algo nuevo”, me dijo Mike Seiferling, director del estudio.
En México, la mayoría (42 por ciento) no cree que desde 2008 se hayan tomado pasos significativos en la regulación para prevenir otra crisis, en parte porque, según 43 por ciento, las instituciones públicas no tienen el expertise para hacer las reformas correctas. ¡Claro! No queremos otra contracción de cinco por ciento. ¿Qué podría protegernos? Es la pregunta que nos lleva a pensar en criptomonedas.
No damos el salto a usarlas porque “no saben cómo hacerlo”, me dijo Mike. “Si eres Facebook o cualquier otra empresa de criptomoneda comunicar vía medios u otras opciones es muy importante. Al iniciar el estudio pensé que serían eficientes en enviar su mensaje, pero no logran educar y mostrar el paso a paso”.
Aun así, en el mundo los criptoactivos han crecido en términos de capitalización de mercado de 10 mil millones de dólares en 2013 a 572 mil 900 mdd en 2017. Hay más de 10 mil plataformas que las comercializan y más de dos mil criptomonedas, según el estudio del IE.
Sus beneficios: una descentralización, porque no hay una autoridad central, seguridad, transparencia, auditabilidad y hasta higiene. “Billetes y monedas que han circulado varios años contienen muy pocas cosas apetitosas”, me dijo Mike, desde virus, cientos de especies de microorganismos y hasta cocaína.
El sistema tradicional podría adoptar las criptomonedas conforme su infraestructura mejore, muestren sus beneficios y forma de uso.
Sabemos que el futuro del sistema es digital y hay consensos, dice el estudio, los usuarios queremos estabilidad en precios, transacciones baratas y rastreables, y que la moneda, cualquiera que sea, la emita un banco central. La negociación entre usuarios, instituciones y criptomonedas sigue… Mientras, si nos dicen cómo, veremos si las criptomonedas nos convencen lo suficiente para cambiar algo de nuestro amado efectivo por ellas.
@vivircomoreina