La hiperviolencia es terrible por la cantidad de asesinatos y personas desaparecidas. Por lo tanto, el problema de la inseguridad es o debe ser de altísima prioridad para cualquiera de los candidatos presidenciales. Además de la inseguridad, tenemos flagrantes muchos grandes y graves problemas nacionales como el educativo, la corrupción, la contaminación ambiental y la devastación de la naturaleza, el desempleo y subempleo masivos, la salud pública, la precariedad laboral, etcétera. Los candidatos todos ellos sistémicos, de corte neoliberal, algunos son más de línea dura y otros moderados.
Si uno revisa sus proyectos estratégicos la cuestión cultural es subestimada o menospreciada. A ninguno de los candidatos le interesa tener en agenda un proyecto cultural como estrategia de desarrollo social. Desde la instauración de las políticas neoliberales a mediados de los años ochenta, la política educativa y la cultural han ido a pique. El proceso de privatización de la cosa pública se lleva entre las patas a la educación pública en todos sus niveles y no se diga a la promoción cultural como proceso civilizatorio. Vivimos una barbarie civilizatoria –admitamos el oxímoron– en gran medida por la ausencia de una política cultural que contribuya a amortiguar el desastre nacional. El desgarramiento del tejido social es más rápido cuando no hay un tejido cultural sólido que aliviane la descomposición social de proporciones catastróficas. Eso no lo perciben ninguno claramente de los candidatos y sus partidos liberales conservadores.
¿Qué propone Ricardo Anaya? En sus 10 puntos de acción estratégica la cuestión cultural está ausente. Cierto es que propone una reestructuración de la Secretaría de Cultura y aumentar el presupuesto con el uno por ciento del Presupuesto de Egresos de la Federación, como algunos de los ocho ejes centrales que plantea Raúl Padilla López como coordinador en temas culturales ¡Tal para cual! Este último, reconocido cacique universitario y empresario “cultural”, habla de la cultura como motor del desarrollo, ésta frase no deja de ser demagógica a sabiendas de lo que verdaderamente significa para López Padilla la cultura como negocio y mercantilización rapaz: la cultura del dinero disfrazada de promoción cultural. Claro que algunos empresarios cuando escuchan la palabra cultura únicamente perciben un dulce tintineo metálico de la caja registradora…
La propuesta de Andrés Manuel López Obrador parece ser la de mayor desarrollo si nos atenemos a su Proyecto de Nación: “Cultura para todos: Promover el acceso a la cultura de manera gratuita, priorizando a la población vulnerable, respetando la diversidad cultural y trabajando directamente en comunidades y barrios con gran riqueza cultural pero que no cuentan con una oferta permanente. Posicionar al arte y la cultura como herramientas estratégicas para la reconstitución del tejido social y el desarrollo humano”. La idea de Cultura para todos se reduce a una Cultura comunitaria insuficiente para lo que requiere el país. AMLO nombró a Alejandra Frausto Guerrero como su promotora cultural y posiblemente integrante de su gabinete presidencial. Ella lo describe como un amante de la poesía, la antropología y la cultura de las comunidades, puesto que ha recorrido todo el país; es posible que así sea; seguramente como asiduo lector de la Biblia también puede serlo de la literatura poética y de las ciencias sociales. Su proyecto cultural no está incluida en las diez acciones estratégicas.
Hablar de un proyecto cultural de José Antonio Meade es hablar de una entelequia ¿Qué puede proponer un tecnócrata neoliberal? Es el único candidato que no ha dicho nada de su propuesta cultural.
Eso sí, todos los candidatos se consideran los verdaderos mesías y redentores de la Patria… están en plan de prometerlo todo.
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