Hasta en los iguales hay unos más iguales que otros. Esto parece aplicarle perfecto al actor de Game of Thrones, Peter Dinklage, icónico por su personaje de Tyrion Lannister y la batalla lanzada por la corrección política y representación simbólica, cualquier cosa que ello signifique y que termina por dejar sin oportunidades laborales a una población sensible.
Todo empezó con el rodaje de Blancanieves en live action. La película ha estado rodeada de una serie de tropiezos y polémicas mucho antes que vea la luz en pantallas. Aunque originalmente se había programado su estreno para el 22 de marzo de 2024, las huelgas en Hollywood retrasaron su rodaje y lanzamiento. Ahora, Disney confirmó que la nueva versión de Blanca Nieves llegará a los cines el 21 de marzo de 2025 con Rachel Zegler en el papel protagonista y Gal Gadot interpretando a la Reina Malvada. Desde que se seleccionó a la actriz de ascendencia colombiana en el rol protagonista comenzaron las críticas por racializar el personaje, además de sus declaraciones en las que señaló que la película reivindicaría un rol de mujer líder, no de 1937; esto sólo era el marco para la tormenta perfecta.
Ésta vino a propósito del casting para los tradicionales siete enanos del cuento de los hermanos Grimm y de la película animada de hace 87 años. Y es que, montado en el tema de la corrección como bandera pero no de forma meditada, Dinklage pensó que hablar desde su privilegio era una buena idea.
El también intérprete de Cyrano se lanzó a criticar que se audicionara a personas de baja estatura para esos siete personajes pues era estigmatizarlos. Disney, siempre correcto, nunca incorrecto, decidió dar bola a esos comentarios sin meditarlo tampoco. Tras la controversia, la compañía lanzó un comunicado oficial en el que asentó: “Para evitar reforzar los estereotipos de la película de animación original, estamos adaptando un enfoque diferente con estos siete personajes y hemos estado consultando con los miembros de esta comunidad”.
¿La estrategia? Los papeles estarían a cargo de personas de diferentes razas y estaturas. Sin embargo, la idea no prosperó y finalmente la decisión recayó en lo digital. Los personajes fueron creados mediante CGI eliminando siete plaza laborales para un sector poblacional con pocas oportunidades en cualquier ámbito, más aun en rodajes de este nivel.
Porque al parecer para Dinklage –quien también padece acondroplasia, o baja estatura extrema– fue fácil hablar sin medir que él no vive la misma realidad que aquellos que audicionaban.
Pues si bien comparte similitudes y se pudiese pensar que era un abanderado lógico de la causa, olvidó un detalle obvio: las condiciones y selectividad para los trabajos y la capacidad de despreciar ofertas laborales es algo que pocos, con baja estura o sin ella, pueden jactarse de hacer. Que no todos vienen de series exitosas y cuentan con micrófonos abiertos en Hollywood como él. Que previo a dar batallas por los símbolos, la primera lucha es por espacios laborales para todos, no solo para unos cuantos o para él mismo. Que ninguna causa debe eliminar la posibilidad de que otros decidan lo que es mejor para ellos.
Y hoy tenemos a un Disney más correcto, una Blanca Nieves más racializada, a un actor devenido en vocero de una población vulnerable… que acabó más vulnerada gracias a sus comentarios. No cabe duda que el camino al infierno y a la corrección política esta lleno de buenas intenciones y pocos resultados.