Se trata de que no solo la Gioconda sea la mujer más famosa de los museos, sino que mujeres de carne y hueso los dirijan.
En días pasados se dio una gran noticia en apariencia.
Laurence des Cars fue nombrada presidenta del icónico museo francés, el Louvre. Su proyecto plantea "abrirse al mundo de hoy hablando del pasado".
Y si bien Des Cars se une a las filas de otras líderes en el circuito de museos de Francia, incluidas Catherine Chevillot, directora del Musée Rodin en París, y Sophie Makariou, presidenta del Guimet National, lo novedoso radica en que desde la fundación del Louvre en 1793, por primera vez se logró convencer al Ministerio de Cultura y al propio Elíseo –del que depende el nombramiento de los responsables de los mayores museos franceses, como el Museo de Orsay, el Centro Pompidou y el Palacio de Versalles– de que una mujer podía estar al frente.
Cuando se le preguntó qué significa ser una mujer que dirige el museo más grande y visitado del mundo, respondió: “Las cosas están cambiando para las mujeres en el mundo de los museos. De los 70 comisarios del Louvre, más de la mitad son mujeres. Más mujeres dirigen museos, especialmente en Europa. Y las mujeres más jóvenes tienen mucha más confianza en estos días” (New York Times).
Si bien Des Cars ve un panorama prometedor para las mujeres, en el tema de estar al frente del mundo del arte no se avanza al ritmo deseado. Ella misma, en una entrevista concedida en 2019 para El País, cuando dirigía el Orsay, mencionó la necesidad de que las mujeres no toparan en el techo de cristal de la dirección. Mencionaba: “hay muchas mujeres comisarias en Francia, pero muy pocas en las posiciones más altas […] Las cosas están cambiando. Hay llamados a la paridad y se va en esa dirección, pero tienes que convencer a las mujeres de que se postulen y se sientan seguras”.
En la misma entrevista, la responsable del Museo Kunsthistorisches de Viena, Sabine Haag, resumió de forma magistral lo que enfrenta una mujer al frente de un museo: “En Austria hay varias mujeres dirigiendo museos, pero cuando son nombradas sufren un tremendo escrutinio. Y luego está todo el aspecto social; estás bajo los focos y se percibe como algo inusual si no van con su marido.”
Y no son solo percepciones. Un estudio realizado por la Andrew W. Mellon Foundation encontró que durante la última década, las mujeres han pasado a ocupar 60 por ciento del personal de los museos de Estados Unidos, pero no en las direcciones. Por ejemplo, el Metropolitan, la cereza del pastel de Nueva York, ha tenido diez directores y todos han sido hombres. La National Gallery de Londres los sigue con quince directores desde 1824, todos hombres. Y así la lista continúa con el British Museum, la National Gallery de Washington DC, el Museo del Hermitage, el Reina Sofía y el Museo del Prado.
El reporte marca que la prevalencia de directoras mujeres en Estados Unidos está sujeta a los diferentes tipos de museos y el tamaño de presupuesto que estos manejan. Mientras mayor sea el presupuesto del museo, menos directoras mujeres se encuentran.
Se quisiera ser tan optimista como la nueva directora del Louvre. Pero se necesita algo más para romper el techo de cristal en los museos. Son espacios de poder y las mujeres pueden conquistarlos. Se trata de que no solo la Gioconda sea la mujer más famosa de los museos, sino que mujeres de carne y hueso los dirijan.
Por Sarai Aguilar Arriozola*
@saraiarriozola
* Maestra en Artes y doctora en Educación. Coordinadora del Departamento de Artes y Humanidades del Centro de Investigación y Desarrollo de Educación Bilingüe UANL.