No toda la que se dice feminista lo es, ni hay que envolverse en la bandera de este movimiento para posicionarse políticamente por los derechos y batallas de las mujeres en la igualdad.
Esa lección nos deja Han Kang, la escritora coreana que acaba de ser laureada con el Nobel de Literatura 2024.
Y si bien ya son muchos los que en estos días, con conocimiento y sin él, han llenado de comentarios las redes y los artículos de opinión disertando –por decir lo menos– sobre la obra de Kang, resulta interesante la relación de una obra en específico con la agenda social del feminismo y la igualdad.
Cuando Han Kang publicó “La vegetariana” en Corea del Sur en 2007, la novela no fue bien recibida. “Encontraban que era una obra muy reaccionaria, o quizás la palabra que usaban era resentida”, enunciaron expertos a diferentes medios en entrevistas recientes.
Cabe recordar que Corea del Sur es un estado patriarcal donde actualmente se vive la polarización entre una presidencia de tinte conservador y la ola 4B del feminismo que se ha destacado por ser radical en sus posturas, lo cual ha provocado ese choque, un desgano en la sociedad y un fastidio a posicionarse socialmente como feminista, aunque en la práctica crezcan acciones por la igualdad.
Incluso el presidente Yoon Suk-yeol, elegido el año pasado, ha dicho que el feminismo tiene la culpa de impedir las “relaciones sanas” entre los hombres y las mujeres.
No obstante, hay algo que Yoon suk Yeol debe de tomar en cuenta y que “La vegetariana” nos refleja a la perfección.
En la novela, que es narrada desde tres visiones, el orden de éstas sí importa. La primera sección del libro nos aproxima a la protagonista Yeong-hye desde la narrativa de su marido, quien nos deja claro que su “elección” para casarse con ella fue considerarla una mujer gris que cumpliría a la perfección su rol sin demandarle nada a cambio; es por ello que considera inadmisible no el hecho de que deje de comer carne, sino el que tome una decisión.
En un segundo bloque nos enfrentamos a la óptica de otro hombre, su cuñado, quien solo aprovecha la situación para sexualizar y convertirla en un objeto de sus fetiches. Y no es hasta el final que entra la voz de una mujer, su hermana, quien si bien se encarga de ella, no deja de remarcar que las mujeres que se salen de la norma terminan tildadas de locas.
Así que el premio a Han Kang no solamente es un reconocimiento a la literatura coreana. Su obra es un impulso a la batalla por la igualdad de género.
Podrían decir que Kang no se ha enunciado asimismo como feminista, pero olvidamos que a veces no hace falta llamarse como tal, sino que lo necesario es acuerpar desde lo privado las batallas que todas vivimos en lo público.
Así que el Premio Nobel de Literatura en esta ocasión representa la lucha por el control de nuestros propios cuerpos y decisiones.