Romper el círculo: violencia de pareja en una chick flick

Ciudad de México /

Spoiler alert:

El libro “Romper el círculo” (It ends with us) de Colleen Hoover lleva años en la lista de los más vendidos. Y ahora, la adaptación cinematográfica se ha convertido en un éxito de taquilla.

La película de Sony Pictures, que costó 25 millones de dólares, ya obtuvo casi 50 millones en su primer fin de semana tan solo en las salas de Estados Unidos y Canadá, según la página Box Office Mojo.

Es un logro de recaudación sin lugar a duda, aunque las críticas no logran ponerse de acuerdo en varios supuestos del filme. De entrada, The New York Times la tacha de “a ratos entretenida, a veces conmovedora, a menudo ridícula y —con 2 horas y 10 minutos— casi ofensivamente larga”. Sin embargo, sus buenas cifras indicarían que para la mayoría de la audiencia ha sido gratificante verla.

Protagonizada por Blake Lively, la cinta se basa en el libro de Hoover publicado en 2016, pero que reapareció en la lista de los más vendidos en plena pandemia en 2021 y ha permanecido en ella unas 140 semanas debiendo este inusitado auge más de cinco años después a la fiebre de TikTok propiciada por el encierro. Su popularidad en esta red social ha contribuido a que la novela venda más de un millón de ejemplares en todo el mundo (ScreenRant).

La trama podría a simple vista ser muy sencilla y categorizarse como un chick flick, más en realidad se trata de una historia cotidiana que comprueba lo complejo de las relaciones personales y romper patrones.

Aclarando que el final de la película difiere al del libro, “Romper el círculo” narra en lo esencial la historia de Lily, una chica emprende un negocio tras la muerte de su padre y conoce al neurocirujano Ryle, con quien emprende una relación tras parecerle encantador. Sin embargo, esta imagen se diluye al descubrir que es un hombre violento que le recuerda mucho a su padre, pues ella misma vivió en casa de sus padres la violencia doméstica.

Tras embarazarse y dar a luz, vemos cómo Lily decide perdonar las agresiones de Ryle sí, pero no en una manera convencional, sino perdonar para ella poder liberarse y emprender su camino sin el padre de su hija, para romper así con los círculos de violencia a los cuales parecía atada.

Para muchos esto equivale a glorificar la violencia de pareja y lucrar con el dolor ajeno. Sin embargo, olvidan que todas las historias representan vivencias diversas que para cada espectador pueden ser detonantes de emociones.

Por supuesto, toda obra creativa es susceptible de ser cuestionada incluso bajo la premisa de que las ficciones pueden reflejar una toma de posición respecto de la realidad. Sin embargo, de caer en el extremo de la corrección de vetar temas sensibles, estaríamos coartando la función social, imprescindible en el arte.

Si bien el objetivo de una obra no es copiar o mimetizar el entorno, las producciones sí hablan de lo que nos aflige, de lo que nos rodea. Esto no significa que las soluciones de los protagonistas deban corresponder a una postura ideológica o toma de posesión política, por correcta o necesaria que nos parezca. Y por otro lado, silenciar estos temas –como suele ocurrir en los chick flicks– es negar que la violencia en la pareja existe en proporciones elevadas. Así de compleja es la realidad y el arte que la refleja.

El mostrar a las mujeres jóvenes que es posible romper patrones, que no importa lo impresionante que sea una persona o el amor que se sienta, que se vale ser libre y feliz, por sí solo es empoderante. Es destacable que una película aparentemente superficial abra este debate. No siempre necesitamos historias de supermujeres rompiendo el techo de cristal. Romper el círculo de la violencia para las futuras generaciones es un acto de poder.


*Doctora en educación. Máster en artes. Especialista en cultura con enfoque de género.


  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
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