Entre Trump y el movimiento 4B: ¿sirve una agenda radical?

Ciudad de México /

Estamos hartos del feminismo y de las agendas progresistas, decían. Votemos por Trump para que las elimine, pensaban. Pero, al parecer, olvidaron que la lucha por los derechos se aviva ante la presión.

Y justo eso es lo que está sucediendo en Estados Unidos tras la victoria del candidato republicano Donald Trump, donde repentinamente las mujeres jóvenes empiezan a sentirse atraídas por el movimiento feminista 4B.

El movimiento 4B se originó en Corea del Sur alrededor de 2016 tras un brutal feminicidio que llamó a la reflexión contra la violencia de género. Esta iniciativa feminista toma su significado de las cuatro palabras que la integran. Todas empiezan con “Bi”, que en coreano significa “No”: Biyeonae (no tener citas con hombres), Bisekseu (no tener sexo con hombres), Bihon (no casarse con hombres) y Bichulsan (no tener hijos).

Y si bien se podría decir que se trata de un grupo minoritario, pues pocas personas dicen abiertamente estar alineadas con él, en el fondo muchas mujeres se sienten representadas por los sentimientos que originan esta agenda radical.

El movimiento 4B es una corriente de mujeres que rechazan los roles tradicionales que se les imponen, especialmente los de esposa y madre. Entre sus propósitos buscan combatir la misoginia, los altos número de violencia de género, los feminicidios, la pornografía con cámaras espía y la brecha salarial.

No obstante, hay escepticismo de que este movimiento “prenda” como tal en Estados Unidos, al no existir elementos tan fehacientes como la amplia brecha salarial de Corea del Sur. Las mujeres en el país asiático ganan aproximadamente un tercio menos que los hombres, según datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, la mayor brecha salarial entre las naciones de la OCDE, con pocas oportunidades de obtener un puesto de alta gerencia.

No obstante, no es de echarse en saco roto que exista un sector que se sienta tan vulnerable con la llegada de Trump. No han sido pocos los sectores que han señalado que muchas mujeres votaron por el republicano. De acuerdo con estimaciones del Banco Mundial, la población femenina en Estados Unidos es de 50.46 por ciento del total, ligeramente superior a la masculina.

Es de destacarse que la mayoría de votantes de Trump se encontró en el sector de mujeres arriba de 45 años y blancas. Esto no es señal de una debacle del feminismo sino precisamente de las diferentes intersecciones y luchas que atraviesan de forma diferente a las mujeres.

Algunos analistas han señalado que no se puede meter a todas las mujeres en el mismo saco, reducir sus problemas a las cuestiones reproductivas o sexuales, aunque sean importantes, ni dar por sentadas sus reacciones y motivaciones, pero tampoco sus necesidades. Para muchas podía ser sencillo votar por Trump desde el privilegio o simplemente al sentir que los temas de género no le impactaban tanto como el de la economía.

El problema radicará en aquellas que no se sienten amparadas con los nuevos discursos políticos y las misoginias y violencias cotidianas que se encubren tras éstos. Por lo cual, será clave la ruta que tomen las mujeres en Estados Unidos. Es factible que la integración pueda lograr más que la polarización. ¿Bastará esto para apagar los rencores sociales en ambos lados? El tiempo y las mujeres lo dirán.


*Doctora en Educación. Máster en Artes. Especialista en cultura con enfoque de género.


  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
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