“Zorra”: ¿reapropiación del insulto como medio de empoderamiento?

Ciudad de México /

Cría cuervos… y te sacarán los ojos. Y si bien aquí el problema no son los cuervos sino las zorras, vale la pena analizar que a veces generamos tantos términos y argumentos que terminan levantándose en contra de quienes los crearon.

Y todo esto viene a cuento por “Zorra”. La canción del dúo Nebulossa fue elegida para representar a España en el concurso Eurovisión en mayo. La plataforma Spotify la tenía como la canción más viral en España y la número 3 a escala global.

No tardó en arder el mundo. De tiempo atrás, “zorras” ha servido como insulto para denostar y aludir de forma negativa a las mujeres. En redes y medios de comunicación se debatía si la canción insultaba a las mujeres o era “una reivindicación a través de la reapropiación del insulto como medio de empoderamiento”, cualquier cosa que ello signifique pero que sirva para justificar que ser llamadas “zorras” no es insulto sino cuasihalago.

Desde ópticas ideológicas opuestas, el Movimiento Feminista de Madrid presentó una queja a la prensa y pidió el retiro de la canción de Eurovisión, alegando que es ofensiva para las mujeres, mientras que el obispo José Ignacio Munilla dijo que la canción no sólo denigra a las mujeres, sino que “revela una crisis cultural en España”.

Sin embargo, para otros es un canto de defensa.

Entre sus defensores, de forma obvia se encuentra la cantante de Nebulossa, María Bas, quien sostiene que “a la mujer se le llama zorra haga lo que haga”, por lo cual su uso en la canción es “un cántico de protesta”. O para el presidente español Pedro Sánchez, quien dice que esta letra demuestra que “el feminismo puede ser divertido”. Cabe resaltar que debería cuestionársele a Sánchez si con ello se infiere que le resulta engorrosa la agenda feminista, pero esa es otra discusión. Parece relevante que para los hombres de poder lo importante no es la causa, sino que los divierta.

Es ya un tema conocido el hablar de la reapropiación del insulto. En algunos textos académicos se discute y se argumenta a favor de ello, lo cual no es más que una estrategia que ha sido utilizada en marchas o en batallas de colectivos y minorías discriminadas donde se enarbolan los insultos proferidos contra ellos como grito de guerra. En papel y en el dicho esto debe de desarticular el propio insulto a través de hacer propia la palabra.

Pero ¿en realidad ha funcionado esto? La respuesta es simple y llanamente no. No son pocas las personadas racializadas que siguen viviendo estigmatizadas y sufriendo discriminación, por más que se apropien del término “prieto”. Ni ha disminuido el número de crímenes de odio donde las víctimas lo último que escuchan mientras son victimadas son las palabras que las persiguieron a lo largo de su vida, por más que en marchas se levantaran consignas.

Es poco probable que tras la canción, las mujeres dejen de escuchar la palabra “zorras” de boca de sus violentadores, sean hombres o mujeres pues la violencia es patriarcal sin distinción de género. Muy seguramente ninguna agredida hallara consuelo con sólo entonar a Nebulossa. Y eso, presidente Pedro Sánchez, no es divertido.


  • Sarai Aguilar Arriozola
  • Doctora en Educación, máster en artes, especialidad en difusión cultural
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