El prietito en el arroz

  • Seguridad ciudadana
  • Sophia Huett

Ciudad de México /

De acuerdo a mi personal punto de vista y experiencia, México es un país relativamente homogéneo cultural y racialmente. Con diferentes rasgos y colores de piel, de una forma u otra, todas y todos compartimos las mismas raíces e historia.

México no es Inglaterra, en donde personas con origen en la India, Camerún o Egipto han desarrollado raíces. Tampoco es Francia, con ciudadanía de origen etíope o marroquí. Y ni qué decir de Estados Unidos, en donde muchos de sus ciudadanos y ciudadanas actuales son el resultado del multiculturalismo. En estos ejemplos de países, uno de los principales retos es hacer frente a la discriminación y el racismo… En el caso de México, a pesar de lo mucho que compartimos, también discriminamos lo que consideramos diferente.

Los datos más recientes del INEGI sobre discriminación señalan que poco más del 20% de las y los mexicanos, de 18 años y más, sufrieron algún tipo de discriminación en los 12 meses anteriores a la aplicación de la encuesta.

¿Las razones? La forma de vestir o el arreglo personal (30%), la complexión física (29%) y las creencias religiosas (29%).

El 49% de la población indígena percibe que sus derechos son poco o nada respetados, lo que se traduce en una falta de empleo, falta de recursos económicos, falta de apoyo del gobierno en programas sociales y discriminación por su apariencia o lengua.

Más aún, el 15.9% de quienes son indígenas, señalan que se les ha negado la oportunidad de trabajar u obtener un ascenso.

Otras acciones de discriminación son recibir insultos, ser objetos de miradas y un trato que incomoda, así como recibir amenazas, empujones o jalones. A ello se suma el rechazo en actividades sociales y obligarles a salir de una comunidad. La Encuesta Nacional de Cultura Cívica, también del INEGI, aporta otros datos valiosos.

Plantea una situación hipotética: ¿a quién es menos probable que le alquilaran una habitación? En primer término a quien fuma marihuana, a quien estuvo en la cárcel, es inmigrante, tiene SIDA y es gay.

¿Y sobre el derecho a participar en la vida pública? A la pregunta de que si hombres y mujeres deberían de tener las mismas oportunidades para participar en todas las áreas de gobierno, la suma de opiniones “algo de acuerdo”, “algo en desacuerdo” y “muy en desacuerdo”, suman más del 12%; para el caso de grupos indígenas, la suma es de 21%.

En cuanto a que si las personas gays o lesbianas (términos así citados por el INEGI) PUEDEN participar en las elecciones a cargos públicos, quienes dudan o desaprueban, son el 32%.

Los cinco principales motivos para discriminar en México, para la población en general, son la clase social, la forma de vestir o arreglarse, la orientación sexual, la manera de hablar y el tono de piel.

Ahora imaginemos cómo discriminaríamos si fuéramos una población multirracial…

Sophia Huett

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