Te digo Melquisedet para que escuches Pedro

  • Seguridad ciudadana
  • Sophia Huett

León /

En 2009 la madre, hermana, hermano y la tía de un integrante de la Secretaría de Marina, fueron asesinados en su casa ubicada en Tabasco.

El marino en cuestión, había fallecido unos días antes, durante un operativo; su familia regresaba del velorio cuando fue asesinada alrededor de la medianoche. Cada uno de ellos, según los reportes periodísticos, recibieron entre siete y diez tiros por parte de un grupo de asesinos.

Ni el marino ni su familia habían hecho nada malo. Por el contrario, uno sirviendo a la Patria, los otros apoyando a su familiar.

¿Entonces qué fue lo que pasó?

Melquisedet Angulo Córdova participó en un operativo en donde fue abatido un famoso y poderoso narcotraficante en Cuernavaca, Morelos. Uno de barba, por si quieren alguna pista.

Era suboficial de las fuerzas especiales de la Armada de México y su muerte fue tan significativa, que su institución le realizó un homenaje… en el que reveló su nombre. Y de ahí, la represalia contra su familia.

¿Dónde se cruza el derecho a la información con la privacidad? ¿Dónde termina el interés “periodístico” y se da pie a situaciones de riesgo para quienes aunque ajenos al cargo, son revelados en algún medio de comunicación?

La privacidad debe y tiene que ser respetada. Por eso no hay fotos. Por eso hay reserva. Por eso hay un círculo pequeño. Por eso debe haber un reclamo a quienes aún sin las pruebas, vulneran el derecho de las personas a tener una vida personal que como es evidente, no se cruza con la vida pública.

¿Cuántas vidas habrá valido la esquela del marino? ¿Cuántas vidas vale una nota? NINGUNA. Especialmente para quienes han servido diligentemente a México.


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