En la carrera por quedarse con Warner, Paramount Skydance dijo algo que sonó hasta poético: si ganan, estrenarán más de 30 películas al año en salas.
No es solo una meta industrial, es un mensaje ideológico: “Nosotros sí creemos en el cine”, en clara confrontación con el modelo de Netflix.
Y claro, varios cinéfilos y unos cuantos más en el negocio fílmico la celebraron como si el Hollywood clásico acabara de ser salvado por Ethan Hunt y Batman juntos.
Pero las cifras son menos heroicas. Warner produce entre 12 y 14 estrenos en cines al año. Paramount Skydance planea unos 15 para 2026.
Para llegar a las 30 cintas, necesitarían una alineación perfecta de factores: cero retrasos, cero huelgas y ni una sola crisis económica.
Aun así, terminarían compitiendo contra ellos mismos, cada 12 días, por salas, marketing y conversación pública. Ni la cartelera ni el público aguantan ese ritmo, sin que una película canibalice a la otra.
Y mientras algunos directores festejan esta promesa como si fuera un acto de fe cinéfila, habría que revisar quiénes tomarían realmente estas decisiones si le ganan a Netflix: los inversionistas detrás de Skydance, Oracle y el entorno Ellison. Ellos no operan con nostalgia, sino con calculadora. Y lo que conviene económicamente, rara vez coincide con lo que suena épico en un panel de festival. O simplemente, con lo que nos saca una auténtica lágrima o carcajada en el cine.
30 películas al año, se oye precioso… en teoría. Si lo lograran, serían nuestros héroes; aunque no sé si lo serían de los dueños de esas acciones. Y eso que ni siquiera hemos entrado a la parte de qué pasaría con el periodismo si se quedan con CNN también.