Quieren “cancelar” a Arath de la Torre. Así que tal vez es un buen momento para revisar cuáles son los valores que creemos que están en juego cada vez que exigimos que alguien que hizo o dijo algo no afortunado se quede sin trabajo para siempre. Porque, seamos honestos, la verdad es que castigar al nuevo Cándido Pérez por participar en una campaña de publicidad mala, no va a cambiar nada (ya hablaremos en sí del ginecólogo que “enamora”, sin querer a sus pacientes; en sí, todo otro tema).
De entrada, creo que es absurdo decir que los voladores de Papantla, tradición milenaria de nuestra tierra, causan “cero interés”. Me pregunto si quien decidió en una agencia de publicidad compararlos con un sistema de préstamos, alguna vez haya tenido la fortuna de verlos con atención. Son y siempre serán fascinantes. Y no me digan “toda publicidad es buena”, porque, aunque llevamos semanas con esto, no tengo la menor idea qué me estaban tratando de vender exactamente. ¿Ustedes sí?
Ahora, Arath, quien ha trabajado toda su vida, sin duda se equivocó aceptando y sosteniendo ser parte de esto. Debemos tener más resistencia al sentido del humor, sí, pero si hay que discriminar algo, tal vez no estaría mal empezar por los publicistas que se creen comediantes y fallan en el intento, atropellando lo que sea en el camino. ¿Quién hizo esa campaña? ¿Quién decidió que era una buena idea? No sé. ¿Se han arrepentido con esta presión? Pues, solo si encuentran la inteligencia para ver lo contraproducente que resultó para todos. Ahí, tal vez, es donde se lograría un verdadero cambio. Arath es el rostro que aquí todos reconocen, pero no es en sí el origen del problema.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel