Lo aseguro desde el principio, quien tenga algo que decir, ya sea periodística o narrativamente hablando, va a encontrar su nuevo Tik Tok, Instagram, Twitter y sobre todo audiencia cuando lleguen los nuevos tiempos. Pero mientras vemos ya a varios que se hacen llamar influencers profesionales llorar en sus respectivas plataformas porque ya no les están o regalando cosas o porque ya no pueden cobrar por usar alguna joya, me parece que es hora de decirlo: nunca volverá la “normalidad”. El mundo ha cambiado de manera definitiva y no sabemos exactamente, como diría el Buki, ¿A dónde vamos a parar?
Siento particular admiración por ciertos personajes que se hicieron (muy famosos) en las redes sociales, pero que siempre tuvieron algo que decir. Entiendo lo difícil que es generar contenidos que peguen directo con los seguidores, y yo no confundo a quien se dedica a hacer eso en las redes con quien simplemente posa, muestra su privilegio y cobra por ello. Tampoco juzgo lo último, bien por ellos, pero ese tipo de privilegio no solo está detenido porque la mitad del país está en pijamas, sino por el duro reacomodo de la economía que tenemos encima y, por supuesto, por esa sensación que tantos tienen respecto a las prioridades, sobre todo después de esto.
Todos lo sabemos, hay que arrancar la maquinaria de nuevo. Hay que hacer lo mejor que podemos. Y hay que entender que “la influencia” es una moneda de cambio que es tan mutante como los tiempos que vivimos. Así como todos, adaptarse o morir. Pero solo verte bonito en la cuarentena, no. Ya no es negocio.
Twitter: @susana.moscatel