La saga de automóviles, robos y brincos por el mundo no empezó siendo ni pretendiendo ser el fenómeno global en el que se ha convertido. De hecho, este imperio de cintas, spin offs, animaciones, eventos en vivo, mercancía y soundtracks tiene un origen periodístico: hablo de la muy descriptiva y audaz crónica que escribió Kenneth Li para la revista Vice en 1998 con el encabezado Racer X, en la que el director retomó muchas cosas, incluyendo los personajes, principalmente latinos y asiáticos, y se acercó al actor Paul Walker para crear algo que a ambos les emocionara.
Paul, quien murió trágicamente en un accidente automovilístico hace ya casi 10 años, había venido a México para promover, me parece, la segunda de las entregas, y en el mismo hotel donde ahora se hospedó el elenco de la cinta número X nos dio una entrevista en la que recordó cómo el director Gary Scott Thompson le había mostrado el articulo, y de ahí comenzaron las pláticas para hacer una cinta de aquellos mundos de las carreras ilegales que habían iniciado en Washington Heights, Nueva York.
Lograron al fin un gran elenco que terminó eligiendo a Vin Diesel (esto ya no lo dijo Paul, pero es historia oficial) después de que el actor Timothy Olyphant (Deadwood) rechazó el personaje. El resto es historia.
El poder del éxito desbordado en cada una de las entregas ha ganado mucho más que la anterior, puso a Diesel al volante, quien, imposible de saberlo al principio, sería el eje de la razón de uno de los éxitos más longevos y sorprendentes del cine. No cabe duda ya quien está a cargo de esa familia que se llama así dentro y fuera de la pantalla. Ahora, cuando vemos ganadoras del Oscar aceptando cameos y las carreras prometiendo llenar las salas de cine de nuevo, no podemos negar que R&F es lo que es porque cualquiera se podría reflejar en alguno de los personajes. Y eso, mucho antes de que la inclusión fuese un tema en la agenda social.