Ha terminado la segunda temporada de La casa del Dragón y se ha hecho oficial que habrá cuatro temporadas —la tercera inicia su rodaje a principios de 2025—, así que una vez más habemus varios “huérfanos de serie” con nuestras emociones todas alteradas. De una vez les digo que yo no soy de las que se quedaron frustradas y perturbadas por (spoilers adelante) la falta de sangre, dragonazos y guerra en el cierre de temporada. Pocas cosas me parecen más emocionantes que un montaje de todas las piezas, roles, territorios y lealtades preparándose, cada uno a su manera para lo que ya todos sabremos que vendrá de alguna manera u otra.
Entiendo que esperar al menos un año o más para observar lo que esperábamos ver el domingo pasado no se ofrece ya en los tiempos de la inmediatez. También sé que hay terror a ser decepcionados, como con el final de Game of Thrones, pero para mí fue como, y disculpen la comparación pero sí es “la danza de los dragones”, como ese magnífico número en los mejores musicales de la historia, donde vemos a todos partir hacia su destino justo antes del intermedio. Uno muy largo en este caso.
Y bueno, tenemos que hablar de Daemon. Miles de fans de GOT enloquecieron con sus visiones que conectaron historias y personajes. Pero las del club de “amiga, date cuenta”, tuvimos un espectacular regalo tóxico con las revelaciones del príncipe, que después de cinco frustrantes capítulos, al fin tuvimos lo que queríamos. Cuidado con lo que deseamos, pero como muchos compartimos en redes: “Es un HDSPM, pero es NUESTRO HDSPM”. Hay distintos tipos de guerra, y prefiero a mis dragones y mi intriga vivos por un rato. Y ahora sí, a esperar.