Las herencias vienen en muchas formas y vaya que este año nos ha tratado de dar lecciones sobre lo que realmente importa en la vida. Lo que deja la gente cuando se va. El verdadero valor de la vida, que es el vivirla. Con salud. Sin perder el tiempo en egos, tonterías, pleitos. Ya sé, muchos dirán – y muchos tendrán razón – que no hemos aprendido nada. Pero la triste despedida de El Triste, antes de la pandemia, ahora regresó a los titulares por motivos de tiempos legales, herencias, cartas celebratorias y declaraciones. Y honestamente, después de haber tenido que perseguir a esa familia por 10 días en Miami para ver quién se quedaba ¿exactamente con qué? (aún no está claro) mi único deseo, respecto a todo esto, es que José José al fin pueda descansar en paz.
“Hoy yo soy José José”, dijo Anel, su ex esposa y, según indican estos documentos citados por los abogados, la heredera universal de lo que tenga que ver con él. Para muchos el más grande de los intérpretes románticos. Pero la cosa es esta: la muerte y persecuciones familiares que le siguieron, dejaron muy claro que José José es la memoria emocional de millones de personas. Eso no se dictamina legalmente. Y por eso nos incumbe.
Me alegra pensar que esa parte de la familia, a quien muchos apreciamos, encuentre la paz al fin. No sabemos qué nueva sorpresa nos vaya a caer desde Miami, pero si Anel realmente quiere “Ser José José”, pues que lo deje libre al fin. Hay cosas privadas y familiares y ahí no me meteré nunca. Pero todo esto ha sido un espectáculo tan público, que espero que José José acabe siendo lo que tenga que ser para todas las personas que alguna vez tocó con esa pasión y voz, única en la historia.
Susana Moscatel