Este texto fue escrito y entregado antes del paro nacional de mujeres el 9 de marzo de 2020.
Para un número enorme de niñas la película Mulán, estrenada en 1998, resultó profundamente demoledora de aquellos viejos tabúes. Ella no era la princesa que tenía que esperar a ser rescatada por su príncipe. De hecho, a ella le tocaba ser la rescatadora. Pero los tiempos siguieron cambiando.
Aún es pronto para hacer una crítica o reseña formal de la versión no animada de Mulán, pero lo que sí les puedo decir es lo que gran parte del elenco me dijo, incluyendo a Jet Li y a la misma Liu Yifei (Mulán) quienes se encuentran maravillados con el trabajo que realizó su directora, Niki Caro, quien es apenas una de cinco directoras de cine a quienes les han otorgado un proyecto de más de 200 millones de dólares en la historia.
“Con amor. De ahí saca la fuerza, de tratar a todo mundo con cariño y respeto”, nos respondió la nueva Mulán cuando le preguntamos: ¿cómo describiría el poder de su directora para manejar, literalmente, a ejércitos en la pantalla? La respuesta no fue cualquier cosa, especialmente para una cinta que enfrenta ser querida y respetada por su cultura de origen y el resto del mundo, el coronavirus y los telescopios de lo políticamente correcto, que se encuentran firmes sobre ella desde que se anunció el proyecto.
Mulán debe prevalecer y la apuesta es enorme. Y sí, esta es una película de guerra, no hay otra forma de decirlo. El toque femenino, sea lo que sea estos días, se va redefiniendo en la cultura popular poco a poco con historias de fuerza y de mover mundos con algo mucho mayor que la fuerza bruta.
Twitter: @susana.moscatel