Solo con ver las cifras y escuchar a tus amigos comentar sus placeres (culposos), nadie puede negar el fenómeno en el que se ha convertido la rebuscada, morbosa, cruel, torcida y vergonzosamente divertida serie Tiger King en Netflix, pero se entiende bien.
Todos en casa por algo que ni siquiera podemos ver, y aquí tenemos en la pantalla algunos de los seres más esplendorosos de la Tierra, los gatos grandes, como los llaman, y las estupideces que el ser humano hace cuando tiene acceso a ellos.
Es una telenovela, un documental, un thriller, un especial de la naturaleza, un estudio de los desvaríos humanos y una prueba de una de las más claras descomposiciones sociales que hace Estados Unidos tan bien para la televisión tipo reality y que regala al mundo.
A mí me tiene impactada que, considerándome animalista, aguante ver algunos de los horrores que aparecen de pronto en esta serie.
Mientras que su protagonista, un perfecto loco criminal llamado Joe Exotic, lucha precisamente contra los animalistas, en particular contra su antagonista Carol Baskin; muchas veces ella defiende su causa con tal fanatismo que acaba no solo no ayudando, sino empeorando la situación. Y llevando a la tragedia.
El tema es que hay de todo, hasta cárcel, desapariciones, narcos y, por supuesto, la majestuosidad de todas estas hermosas bestias que nunca deberían haber caído, ni nacido para el cautiverio.
Pero por si todo esto que redacto no fuera suficiente, y para quien no quiera solo escuchar de nuestro común archienemigo pandémico, habrá más. Tiger King es un fenómeno y les puedo asegurar que no va a acabar pronto. Me pregunto ¿Qué dice eso de nosotros?
Twitter: @susana.moscatel