Considerando que la competencia de este año está entre Beyoncé y Harry Styles para los que aún están interesados en los premios Grammy, vale la pena hacer una que otra observación en este extraño regreso a los galardones.
En la mayoría de los premios de actuación el hecho de que una interpretación se premie diferente en las categorías femeninas y masculinas ya es un asunto de controversia en el woke extremo de Hollywood.
Y si bien tiene sentido solo premiar la Mejor actuación es un hecho, históricamente hablando eso dejaría fuera a las mujeres en las principales categorías. En la música, sin embargo, ese no suele ser el caso.
Los géneros en los premios musicales son precisamente eso, géneros musicales. La Mejor interpretación pop, la Mejor grabación, producción, hip hop, lo que sea, suele tener sus sospechosos comunes, pero la representación en la mayoría de los casos es bastante pareja. ¿Qué sabrá la música que no sabe el cine? ¿Estará ahí la respuesta a esta intención de disminuir las categorías en las premiaciones de las pantallas?
La verdad es que no del todo, porque en este reacomodo de consumo digital ya no son los Grammy, y difícilmente los Oscar, los que hacen que algo se viralice o se consuma más.
Ahora, existen dos cosas que demuestran que estamos en tiempos sumamente distintos, tiempos que van mucho más rápido son estas: de los grandes nominados quien más música y conciertos ha logrado vender el último año es, sin la menor duda, Bad Bunny (aunque ya viene la gira de Beyoncé, así que veremos para 2024).
La otra es que los premios Grammy se vuelven a hacer en lo que antes era el Staples Center y ahora es la Crypto.com Arena. ¿Cuánto tiempo más creen que siga funcionando ese megapatrocinio?
Susana MoscatelTwitter: @susana.moscatel