Hay recuerdos de la infancia que uno nunca podrá olvidar, y para mi uno de ellos es cuando, en segundo de primaria, comenzó a correr el rumor por toda la escuela que los chicos de Parchis habían muerto en un accidente aéreo.
No hace falta decir que no había nada siquiera similar a las redes sociales y por supuesto, no teníamos teléfono para llamar a casa (como si nuestros padres fueran a saber la verdad) y confirmar la noticia.
Así que ahí lo tienen, un primer encuentro con Fake News que hoy en día es el pan nuestro minuto a minuto. Afortunadamente los cinco estaban bien, y aunque con los años pasarían por cosas muy tremendas, ese tremendo mal trago de la vida nos hace entender como la naturaleza humana no cambia, solo nuestras herramientas.
Pero lo cierto es que este grupo español que básicamente define la infancia de tantos en mi generación (no, yo no era de los fans de Menudo). No la pasó tan bien como uno imaginaría durante nuestra infancia. De hecho el asunto no fue nada fácil para muchos de ellos. Y por primera vez se cuenta la verdad.
Aún así, no se olvida que ellos hicieron cosas extraordinarias como las películas de La guerra de los niños (ni me hagan pensar en Tino cantando, Dios mío ayúdale a su maestro Don Matías en la iglesia porque lloró otra vez) y tocaron nuestras emociones de maneras intensas por primera vez.
Pero lo cierto es que, en México al menos, no sabíamos mucho de sus vidas ni realidades. Y vaya que en estos tiempos donde consumimos nostalgia más que café, llega como anillo al dedo un documental al respecto.
Netflix lo sabe y por eso acaban de anunciar que el 10 de julio tendremos en nuestro catálogo esa producción de Daniel Arasanz, quien habla con las fichas de colores no solo sobre la retrospectiva que implica la fama que explotó hace ya cuarenta años (ouch) sino como eso los movió, cambió e hizo quiénes son hoy.
En estos días, donde la fama va y viene sin razón, es un privilegio poder tener una retrospectiva sobre un fenómeno que cambió el panorama para siempre.
Sin duda alguna la inspiración para Timbiriche (ambos juegos de mesa, por cierto) y culpables de que todos jugáramos a ver qué ficha éramos.
También valdrá mucho la pena el saber cómo, para tantos de nosotros, por primera vez se nos abrió el mundo y vivimos desde las experiencias de “Mortadelo y Filemón” (canción basada en los personajes de un cómic español de 1958) y tantas otras como “La fiesta fin de curso”, o Con “El twist de mi colegio”. Bueno, incluso, “Don Diablo” (Miguel Bosé no solo estuvo ahí para Timbiriche en los ochenta).
Vaya, sí alguien ha entendido bien el negocio de la nostalgia en Netflix. Y sé que el 10 de julio muchos volveremos a ser niños, pero entenderemos el costo y sacrificio que brindarnos todos estos tiempos de canciones y alegrías tuvo para Parchis. No puedo esperar a verlo.
susana.moscatel@milenio.com