Todo este fin de semana vi imágenes de personas profundamente dolidas por la muerte inesperada de Chadwick Boseman, conocido por darle vida a Black Panther. El cáncer se llevó a un ícono en el momento que el mundo, y en particular todos aquellos luchando por equidad, más lo necesitaba. Pero va mucho más allá de ese hecho. Para muchos niños, quienes le hicieron funerales simbólicos estos pasados días, no era “el superhéroe negro” de Marvel, simplemente era T’Challa, el rey de Wakanda. Chadwick logró, con lo que para muchos de nosotros es la mejor película de Marvel, hacer que su personaje no se sintiera como una excepción en el mundo de los héroes, sino como lo natural, como lo que debe ser la vida.
Otra muestra de la relevancia de Chadwick como Black Panther fueron todas las manifestaciones de amor, dolor y reverencia de otros héroes para la comunidad afroamericana (y para cualquiera que realmente busque la equidad), como los atletas de la NBA, quienes están logrando con unión que la gente por fin preste atención a las injusticias y masacres que su comunidad siempre ha vivido. Muchos de ellos se declararon devastados por esta pérdida, dejando claro que queda en el pabellón de los grandes de la causa. Una causa que se logra cambiando la narrativa que asume que solo un tipo de personas debe tener el poder. O en la ficción, ser superhéroes. Todos ellos están tomando su poder para crear un cambio. De eso y más se trataban los logros de Chadwick.
Este encantador, inteligente y fantástico hombre nos deja con la extraña sensación de que perdimos a alguien cercano. Ya sea por la película, la causa o simplemente el encanto y la gracia con que transcurrió su corta vida.
Twitter:@susana.moscatel