Su nombre real es Nicolas Kim Coppola, y en realidad me tiene fascinada debido a su más reciente película, que en México simplemente lleva el nombre de El peso del talento, un verdadero deleite de la autocrítica pero, sobre todo, una bofetada al ego.
Sin embargo, hay algo más. Lo que parece ser una comedia hasta en algunos momentos simplona, tiene algo enorme a su favor: refleja claramente el precio de la fama respecto a los seres humanos que la poseen. Y en este caso ese precio es tan solo de un millón de dólares.
Interpretar una versión de ti mismo, como un actor derrotado y a la baja no es nuevo. De hecho, puedo citar dos de mis cintas favoritas que tienen giros de esa misma idea: ¿Quién quiere ser John Malkovich? y Birdman, de Alejandro Gonzalez Iñarritu, con Michael Keaton.
Si bien los tonos y los desarrollos de las historias son distintos, resulta ser verdaderamente venturoso ver cómo la fama es puesta en su lugar. Y ese lugar debe ser el bote de la basura. Sirve como una moneda de cambio que ha sido terriblemente devaluada. Y sí, como dice mi frase favorita de Birdman: “La fama solo es la prima puta del prestigio˝.
En el caso de Cage, cobra esa cantidad por aparecer en la fiesta de alguien quien es perseguido por la CIA y de ahí inicia la acción. ¿No les parece sorprendente ver cómo esa fama que tanto atrae en la vida real a los criminales —y claramente a muchos narcotraficantes, en especifico— es lo que se aprecia a niveles sumamente indeseables de la sociedad?
El talento, y lo que alguien hace con el, eso es otra cosa. Para meterse en problemas, la fama es un camino fácil si no viene con substancia.
Claramente ese no es el caso en ningún sentido de Keaton, Malkovich o Cage.
Susana Moscatel
Twitter: @susana.moscatel