Cuando Chabelo cantaba “Si los niños gobernaran al mundo” o escuchábamos en Juguemos a cantar a Sara Eugenia “Si yo fuera presidente”, la verdad hasta para los pequeños sonaba un poco ridícula la premisa. Ya no tanto.
Después de ver el documental Yo soy Greta, en el Festival de Cine de Morelia, me quedé con dos sensaciones. Entiendo por qué esta activista estresa a tantos adultos. Y dos: esta generación está mucho más lista que nosotros para gobernar al mundo. Una directamente ligada a la otra.
El miércoles se hizo una proyección especial de esta cinta, en la cual los expertos de la fundación de Al Gore, The Climate Reality Proyect, no solo hablaron del impresionante seguimiento que el director Nathan Grossman logró de la vida de la joven activista sueca, sino del tema que tanto la ocupa: la destrucción del medio ambiente y el calentamiento global.
Lo increíble de este documental es la visión que su director tuvo para empezar a seguir el camino de la joven, tomando en cuenta que todo inició como lo que muchos consideraban un berrinche juvenil y siguió hasta la nominación del Premio Nobel de la Paz. No digo “terminó” porque esto apenas está empezando. Otra cosa fascinante es que aunque bien sabíamos que Greta vive con la condición de Asperger, la manera en la que vemos desarrollarse su historia, desde sus primeras huelgas de escuela los viernes, con las primeras personas que se paran a hablar con ella, nos damos cuenta de la dimensión de la claridad que Greta tiene sobre el problema más grande del mundo que más adultos ignoran. La vida no puede ser fácil para ella, no así. Pero su misión es clara, contundente y sí, como ella misma dice, “aquí solo puedo ver las cosas en blanco y negro”. No es en todo, solo en lo que puede acabar con nosotros.
Twitter: @susana.moscatel