Cada uno tendrá sus grandes o infames momentos de la ceremonia de los Grammy. La felicidad de volver a ver a Joni Mitchell o la emoción de ver a Miley Cirus ganar sus primeras estatuillas.
Posiblemente dependa de la generación, aunque hay cosas que no fueron opcionales. Nunca había visto a un equipo de RP reaccionar tan de inmediato con un intento de control de daños, y eso incluye a los gobiernos del mundo, como al de Taylor Swift, quien por algún motivo no le rindió el tributo que la inmensa mayoría de la gente pensamos que debería a Céline Dion, quien le presentó el premio más importante de la noche.
Apenas pasaron segundos de que la discusión explotó en redes, cuando los medios e influencers más vistos ya habían compartido una foto de ellas abrazándose en las bambalinas. ¿Funcionó?
No del todo, pero sí le dio una gran defensa a las y los Swifties. En lo personal, prefiero quedarme con Billy Joel al piano de nuevo. Pero esa soy yo.
Hay quienes tampoco pueden creer que Jay Z volvió a poner a Beyoncé en una posición en la que casi se tuviera que esconder cuando, al recibir el premio honorario de Dr. Dre, le aventó odio a la Academia por nunca haberle dado Albúm del año a su esposa, quien, pobrecita, “solo” tiene 32. ¿Se acuerdan del berrinche de Kanye contra Taylor Swift? Beyonce se defiende muy bien sola.
Fue una ceremonia maravillosa para quienes amamos la música de ayer y queremos conectar con la de hoy. Cuando hay competencia y de la mejor música podemos celebrar que el show volvió a ser espectacular.