Esto no es contra youtubers ni contra influencers o contra ningún formato en particular. Vaya que la televisión abierta y el mundo pop mainstream ha tenido sus Sergios Andrades y similares cuando hablamos de temas espeluznantes como el abuso sexual de menores. Hay algo que muchos miembros de la generación digital no parecen entender: la libertad de expresión no es un pase libre a que tus actos no tengan consecuencias. Y un delito tan delicado, como compartir un acto colectivo de violación de una menor en Internet, no se puede escudar ni siquiera en la ignorancia de la ley.
El caso de la comentarista e influencer, quien fue detenida el lunes por la noche después de denuncias por compartir, para comentar, este honorífico acto que se perpetró contra una menor, no puede ser reducido a un escándalo más de una lista de pleitos entre personajes de esta generación. Ni siquiera, y vaya que eso es escandaloso, a las críticas (que ella misma hizo contra muchos contemporáneos) respecto al tema de romper la veda electoral a cambio de una lana y unos posts o pleitos con otra famosa por una proteína. Estas cosas ni siquiera coexisten en el mismo plano de horror.
Claro que primero queremos ver en la cárcel a los agresores primarios. Por supuesto que esto va a llamar mucho la atención y levantar pasiones e insultos de todo tipo, porque esa es la naturaleza del negocio en el que está esta chica. Pero hay que tener mucho cuidado con esa libertad que parece ser terreno ganado en el mundo digital. Aguas, porque esto nada tiene que ver con la cultura de la cancelación, tiene que ver con la violencia sexual y el redituar con ella, aunque sea de segunda mano.
@susana.moscatel